El nuestro es un país donde se grita mucho. Se grita tanto que resulta difícil escucharse los unos a los otros. Se gritan los políticos y se gritan los periodistas en las tertulias políticas. Al final, el diálogo se convierte en un diálogo de sordos. Precisamente, en estos días asistimos a un griterío que tiene como discusión de fondo la salvaje agresión sufrida por
Pedro Alberto Cruz, consejero de Cultura de la Comunidad de Murcia.
Algunos responsables políticos del PP apuntan al PSOE como último responsable del clima de tensión que padece la comunidad murciana. Se quejan los populares de las manifestaciones frente al domicilio del presidente de la Comunidad, de los gritos contra la esposa del presidente murciano, de la persecución a la que se ven sometidos los consejeros, las acusaciones falsas, por parte de dirigentes socialistas, de que el consejero agredido, Pedro Alberto Cruz, es sobrino del presidente, etc, etc, etc.
Así, escuchado todo parece una pelea de patio de vecinos, pero la cuestión de fondo es que el Gobierno murciano a procedido a llevar a cabo recortes para ahorrar, lo que ha provocado protestas en la calle y la oposición ha estado en esas manifestaciones. El caso es que el clima de crispación y enfrentamiento ha llegado a un punto insoportable y por si fuera poco el consejero de Cultura ha resultado agredido.
Insinuar que el PSOE es culpable de esa agresión es una barbaridad, y nadie debería de intentar pescar en las aguas revueltas de la crispación y menos de un acto violento
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como el sufrido por el consejero de Cultura murciano. Pero de la misma manera que no se pueden lanzar insidias contra un partido, sí debería de abrirse paso la reflexión de qué sucede cuando se va creando un clima de crispación política como la que se viene dando en Murcia.
A todo esto, hay que preguntarse por la actuación del Delegado del Gobierno en Murcia. ¿Ha sido consciente de que dado el clima político podía suceder algún hecho desgraciado como el acontecido? ¿Los miembros del Gobierno murciano han estado bien protegidos? Yo creo que lo que le ha sucedido al consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, debería de servir para que los dos grandes partidos reflexionen, para que escuchen las razones los unos de los otros, para que no lleven las discrepancias al insulto y la descalificación, ni mucho menos a las mentiras.
Es una vergüenza que en un país democrático un político sufra una agresión como la sufrida por Pedro Alberto Cruz. Hay una investigación en marcha y es de desear que cuanto antes se depuren las responsabilidades y sobre los culpables caiga todo el peso de la ley. Y eso sí, los dos grandes partidos deberían de dejar de gritarse y escucharse, analizar lo que ha pasado y ponerse a trabajar juntos para que nunca más algo así pueda suceder. Es lo que cabe esperar de unos políticos responsables que de verdad se preocupan del bien común y no de sus intereses electorales.
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