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El PSOE, en el punto de mira

domingo 23 de enero de 2011, 09:53h

Mientras miles de empleados públicos de la Junta de Andalucía, cincuenta mil según los convocantes, se manifestaban en las calles de Sevilla y sus lemas comparaban a los partidos políticos con los pañales "que se deben cambiar a menudo", el PP celebraba en la Isla de la Cartuja su Convención Nacional. Los primeros tenían en su punto de mira a José Antonio Griñán y el "decretazo del enchufismo", los segundos apuntaban más alto, hacia el Palacio de la Moncloa. En ambos casos el PSOE estaba en su punto de mira como objetivo a batir. Y para los que, como este periodista, pretenden analizar fríamente los hechos y sacar las naturales consecuencias, la impresión generalizada es que en 2011 se acaba un ciclo que en España ha durado solo siete años y en Andalucía más de treinta. Nunca han sido tan generalizadas las críticas a un Gobierno agotado y sin ideas que se está cebando con aquellos a los que prometió defender y con los que, presuntamente, deberían ser sus votantes fieles. Que el PP critique la nefasta política del Ejecutivo de Rodriguez Zapatero entra dentro de lo previsible, pero que, al mismo tiempo y en el mismo lugar, lo hagan también los funcionarios públicos y los cerca de tres mil representantes de los dos principales sindicatos, UGT y CC.OO., es algo que debería hacer pensar a los dirigentes socialistas que nos gobiernan en Madrid y en Sevilla que algo no están haciendo bien. Empecinarse en el error solo nos llevará a todos a un callejón sin salida.

A fin de que mi amigo y fiel lector Juan tenga materia donde agarrarse en sus sectarias e infantiles críticas, hay que resaltar que la Convención Nacional del PP, que durante tres días se ha desarrollado en la sevillana isla de la Cartuja, ha supuesto toda una apuesta de futuro que arrancará el próximo 22 de mayo, fecha de las elecciones municipales y autonómicas. Ya se sabe que este tipo de encuentros son un carísimo botafumeiro que esgrimen de cuando en cuando todos los partidos para afianzar sus propias convicciones. Así es. Nada nuevo bajo el tímido sol invernal sevillano. Aplausos, lemas, gritos de "presidente, presidente", abucheos para el PSOE, es decir, más de lo mismo, pero cargado de bombo y apoyado en las nuevas tecnologías de la información, la "wikiconvención" lo llamaban. Este fin de semana, en Sevilla, el PP se ha dedicado a sacarle los trapos sucios a Zapatero y a Griñán y a poner blanco sobre negro una serie de propuestas económicas, sociales e institucionales en los que se basarán unos hipotéticos futuros Gobiernos en España y Andalucía  liderados por Mariano Rajoy y Javier Arenas. Y lo han hecho, eso sí, con convicción, como si las encuestas favorables fuesen plebiscitos ya ganados. Yo que ellos no me confiaría demasiado. El PSOE ya ha demostrado en numerosas ocasiones que, como Ícaro, es capaz de renacer de sus propias cenizas y darle la vuelta a la prevista tortilla electoral. Que se lo pregunten, si no, a Zapatero y a Rubalcaba.

¿Qué ocurrirá si el 22 de mayo el PP se hace con los gobiernos de las principales capitales españolas, incluida, Sevilla? ¿se dará por fin cuenta Zapatero de que tiene que echarse a un lado y dejar su puesto a otro líder que sea capaz de ilusionar al electorado o seguirá empecinado en su autoestima como el único capaz de sacar a este país del pozo donde él mismo lo ha hundido? La cuestión no es baladí. Los próximos comicios van a ser, esta vez sí, un plebiscito nacional sobre  un presidente quemado y amortizado. No me extrañaría nada que fuese su propio partido quien forzara la máquina para reemplazar las piezas gastadas cuanto antes. Cuanto más tarden, peor para todos.

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