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Al candidato desconocido

Al candidato desconocido

lunes 24 de enero de 2011, 21:14h
Empiezan a conocerse ya las personas que en las próximas elecciones serán cabeza de lista. En algunos casos son personas ya conocidas y afortunadamente en otros, no lo son tanto.

Estamos en un período tan delicado, que los candidatos han de reunir al menos una cualidad, sentido común y honradez. Con eso nos conformamos. Los partidos, tratan de sacar a la calle a sus mejores candidatos. Pero acaso los que son mejores para ellos, no lo son para los ciudadanos. Me atrevo a decir que en algunos casos los que encabezan la lista son sujetos que han querido perpetuarse o cambiar su puesto para seguir ahí. Me han gustado las decisiones que han tomado en algunas capitales de apostar por candidatos no tan conocidos pero, a primera vista, solventes. Gente que no tiene nada en contra y a la que se ofrece una oportunidad, dejando de lado tanto ambicioso, relumbrón e ineficaz que lo único que tiene es nombre. Parecen esos famosillos, que desde su puesto, más o menos importante, lo único que han promocionado es a ellos mismos, como los que frecuentan los platós de televisión .

Me gustan aquellas personas que con una labor callada y eficaz han trabajado sin apuntarse tantos para mejorar la ciudad, sin caciquear, sin presumir, sin acaparar protagonismo. Me repelen los políticos que no aportan nada al cargo y sólo el cargo sufre encarnado en ellos, perpetuándose una y otra vez porque no tienen a dónde ir luego y creen que son imprescindibles.

Hay tantos que buscan desesperadamente la foto en los medios, hacen ostentación de su cargo y no aportan nada al mismo, que sólo son, el de turno. Es decir, que están ahí, no por méritos propios, sino por que los han designado por su insufrible baboseo hacia sus superiores, que se han visto obligados a proponerlos para quitárselos de encima, por pesados y trepas. Hay tanto de esto en los cargos públicos, que son multitud, y así estamos.

El ser conocido no tiene nada que ver con el prestigio. Se puede ser conocido pero sin prestigio, ahí tenemos a los Belén Esteban y tantos otros.

El prestigio es admiración, respeto y confianza, y eso no lo da sólo el ser alcalde, concejal,  consejero o delegado , sino el haberse ganado el prestigio antes y siéndolo lo aporta la persona que lo ostenta, y aquí se están confundiendo las cosas. Nuestra regeneración democrática exige que los candidatos aporten su valioso  bagaje  personal antes de acceder a una candidatura, o al menos una capacidad en su trabajo  que merezca una oportunidad para ejercer el cargo público. Me da risa oír decir a algunos políticos aquello de que “si el partido me ofrece esa responsabilidad…”, si eso fuese verdad, la responsabilidad podría exigírsele al dejar el cargo, y si eso fuese así algunos no tendrían ni con toda su vida y la de sus herederos para ganar el dinero que adeudan por su incompetencia e irresponsabilidad.

Vean, vean algunos ministros, consejeros, alcaldes y demás , no han tenido inconveniente en endeudarnos a todos hasta las cejas y ahora se van de rositas a cobrar su pensión vitalicia en el mejor de los casos, en otros los transportan a otras “responsabilidades”.

Así pues, bienvenidos sean los candidatos desconocidos si al menos han hecho bien su trabajo profesional, serán en todo caso mejores que los conocidos ya por su apego al poder y por su falta absoluta de valía para vivir fuera del cargo público.

Jesús Pérez López. Abogado.
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