www.diariocritico.com
Centro Gallego de La Habana: fraudes, engaños y distracciones

Centro Gallego de La Habana: fraudes, engaños y distracciones

domingo 30 de enero de 2011, 22:43h
De verdad uno se encuentra sorprendido ante la estupidez humana, ante el despojo, ante la expectativa absurda del ser. Lo vemos cotidianamente, lo sentimos. Podemos hacer un recorrido rápido de varios temas, entre ellos el fervor por la lectura, la felicidad del libro, de los nombres, de sus leyendas, de sus mitologías. Ante un poema o una historia compartimos afecto y silencio.

Nos emocionó desde siempre la historia de Guiomar, su símbolo, su trascendencia  literaria, el amor  que manifestaron por ella  Jorge Manrique y Antonio Machado. Ese nombre se unió siempre a la belleza espiritual de la mujer soñada, a una estética literaria de hondo contenido lírico. De igual manera la figura de doña Mencía nos retrotrae a la nobleza gallega del medievo, a esa mujer que trasmite hidalguía y bondad en la fineza  de las cortes gallegas.

Repasando antiguas fichas de mi biblioteca me encuentro con las sublevaciones de indios, africanos y españoles en el siglo XVI. Sabemos que los esclavos africanos llegaron al Caribe en 1502. Eran tratados con azotes,  se les cortaba las orejas y se los llamaba "negros ladinos". La esclavitud en los indígenas del Caribe, igual que la de los negros, no debe sorprendernos pues los conquistadores estaban acostumbrados a esclavizar árabes. Felizmente frailes como Montesino y sacerdotes como Las Casas lucharon contra la hipocresía.

Uno de los episodios notables fue la sublevación de Enriquillo en 1519. Este joven cacique encomendado se mantuvo durante catorce años en las montañas del Bahoruco sin que los españoles pudieran pisar ese territorio. Enriquillo era un indio letrado, es decir "ladino". Más allá de los castigos y el "requerimiento" la insurrección de este joven cacique se produjo porque las autoridades habían ultrajado a su mujer. Su mujer, curiosamente, se llamaba doña  Mencía.

Una sublevación increíble fue la del negro Miguel. Se la conoce como la insurrección de Bayano y tuvo lugar en Venezuela en 1552. El negro Miguel se proclamó rey. Había sido esclavo de las minas de San Felipe de Buría. Se fugo de las minas y se hizo cimarrón. Al poco tiempo contó con veinte hombres, atacó la casa de los opresores, mató a varios españoles, se llevó presos a otros. Algunos de estos murieron bajo tormento y otros fueron dejados en libertad para que llevaran la noticia de la rebelión a San Felipe y a Nueva Segovia. Esta noticia estimuló a negros e indios. En poco tiempo el negro Miguel tuvo a su mando a ciento ochenta hombres. Mandó fundar un pueblo, lo cercó de fuertes palizadas y de trincheras. Y se hizo proclamar rey.  Su mujer, la negra Guiomar, fue reina. Su pequeño hijo fue nombrado príncipe heredero. Y un amigo suyo pasó a ser obispo. Otros insurrectos tuvieron títulos de nobleza, dignidades y funciones propias de una corte.

Poco tiempo después, el monarca, dispuso asaltar Nueva Segovia. Obviamente no pudo tomar la villa y debió retirarse a su fortaleza. Perseguido por los españoles el rey y sus "súbditos" murieron en combate. Los que se salvaron fueron sometidos a tormentos y muerte en suplicio. Los indios jiraharas continuaron la lucha  que había emprendido el antiguo esclavo y se mantuvieron en rebeldía por más de sesenta años. Aún en el siglo XVII se sentía en Venezuela los efectos de la sublevación del rey Miguel.

Sin lugar a dudas eran épocas de alzamientos y conquistas. La encarnación de la locura, de todas maneras,  fue la que desató Lope de Aguirre, que esparció el terror,  se declaró enemigo de Felipe II e  independiente de la monarquía y de España. Este hombre feroz que ahorcó, ajustició, hizo construir barcos para ir por agua hasta el Dorado, se rodeó de  aventureros de la peor especie. Se nombró a sí mismo "maestre de campo", esto es jefe militar, y mandó apuñalar a todos aquellos que podían traicionarlo. W. Herzog filmó esa película brillante de demencia que denominó "Aguirre o la ira de Dios". Después de tanta sangre, desatino, ultraje   y horror Lope de Aguirre fue decapitado y descuartizado. Sus partes fritas en aceite y colocadas en distintos lugares para eterno escarmiento. Aún hoy en Venezuela se asusta a los niños diciéndoles: "Pórtate bien que viene el tirano Aguirre".

En este enero de 2011, entre otras cosas, he ido a nadar tres veces por semana, he visitado algunos museos, me reuní a cenar o conversar con amigos tomando un café. Además estoy dibujando con esmalte unos platos de cerámica blanca, leyendo a Kenzaburo Oé, escribiendo algunos artículos y planificando un proyecto como guionista cinematográfico.  He podido ver en teatro una magnifica versión de Viaje de un largo día hacia la noche de Eugene O´Neill;  en cine me admiró y emocionó El ilusionista de Sylvain Chomet y Tres monos de Nuri Bilge Ceylan. Por las noches he caminado las calles porteñas casi vacías y volví a ver  Vivir al límite de Kathryn Bigelow y Flandres de Bruno Dumont en el Cine Club que coordina Emiliano. Disfruté el ensayo y una función brillante de una obra que estrenará Lisandro en febrero -adaptación y dirección- sobre tres cuentos de Carver. Como ven un verano activo, además de tener  albañiles en una reforma de la casa.

Pero debemos hablar también del Centro Gallego de la Habana, de lo que significó, de lo heroico y maravilloso de una gesta única. Hoy parece que no se alcanza a ver: la primera sociedad de asistencia mutua en el mundo al servicio de los emigrantes. ¿En manos de quién queda? Su obra, su esfuerzo, su historia no es precisamente una historia del capitalismo explotador, del imperialismo brutal e invasor. ¿Lo revemos juntos o nos hacemos los tontos? Por otra parte, ¿hasta cuándo vamos a seguir mintiendo sobre la revolución, el socialismo y la "patria latinoamericana"? Da tristeza la iniquidad, el engaño, la pobreza. Eso, caballeros, no es socialismo ni rabo que se le parezca.

 Podemos hablar de Antonio Santi Giuseppe Meucci, de Pool Berriv o de José López Torre. Podemos señalar y recordar su historia. Y reclamar, reclamar. Doña Mencía y  doña Guiomar, la dama de la corte gallega y  la musa lírica de dos grandes poetas castellanos nos proyectan a un universo, pero también en América vemos cómo juega el poder, los engaños de una revolución, los campos de concentración, la homofobia, la injusticia social, la burocracia, la prostitución de las jineteras como forma de turismo. Todo en el Museo de la Revolución. Hasta las nuevas normativas, los nuevos sacrificios, los nuevos intentos. Señores, sabemos qué es el imperialismo yanqui, de sobra lo sabemos. Pero no todo es producto de "su mentalidad diabólica".   Corrupción y  saqueo, distracciones del fascismo de izquierda y del fascismo de derecha. A ponerse a trabajar para recuperar el Centro Gallego de la Habana, ejemplo de hombres laboriosos y visionarios.

Carlos Penelas

Buenos Aires, febrero de 2011
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios