www.diariocritico.com

24-F

miércoles 23 de febrero de 2011, 14:18h
   Lo mismo que se sabía el 24 de febrero de 1981 sobre la trama golpista que había precipitado los vergonzosos acontecimientos del día anterior, se sabe hoy. Poco más o menos, lo mismo; casi nada. En estos 30 años transcurridos desde la irrupción de Tejero, pistola en mano, en el Congreso de los Diputados, espacio de tiempo al parecer insuficiente para encontrar las huidizas grabaciones telefónicas que tanta luz podrían arrojar sobre el caso, se han publicado centenares de libros con las hipótesis más diversas, se han rodado y emitido infinidad de documentales, y hasta se celebró un juicio en cuyo banquillo no se vio a nadie distinto de los que aquella noche se ciscaron públicamente en la dignidad apenas recobrada del pueblo español, pero nada de todo eso ha servido para reconstruir de veras, y hasta el fondo, lo que pasó. O dicho de otro modo: sobre aquél intento de golpe de Estado que perfectamente pudo devenir en tragedia, y que en cualquier caso obró como "correctivo" de las alegrías democráticas del converso Adolfo Suárez, se ha querido echar el sempiterno cendal de mixtificación y olvido que la España oficial echa sobre cuanto la incomoda.

   Por lo que uno sabe; no pocos estaban en el ajo de la conspiración antidemocrática del 23-F. Es más; del primer acto de esa conspiración, la defenestración de Suárez, todos estaban al cabo de la calle, y muchos aguardando el que preveían vacío de poder subsiguiente para postularse, y no sólo el tamiado general Armada. Lamentablemente para los cucos y los impacientes, el presidente "dimitido" obró en demócrata articulando la reglamentaria investidura en Cortes de su sucesor en el cargo, y, encima, se le dejó hacer el trabajo físico a un desgraciado machaca con voz de vino (¡Se sienten, coño!) que les estropeó el invento. De esa trama civil, particularmente de la urdida en los estadios más altos, nunca se quiso averiguar, salvo alguna cosa de almuercillos, nada, contribuyendo así al entontecimiento de la sociedad española, a la que se le niega el derecho a saber.

   Menos mal que queda en la memoria, porque los ojos lo vieron, la actitud valerosa y gallarda de aquellos dos antiguos franquistas, Suárez y Gutiérrez Mellado, que se convirtieron (¡cosas de éste país disparatado¡) en los demócratas más verdaderos de aquella infausta jornada.

<<Especial: 30 años del 23-F>>

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios