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Esta vieja Universidad

domingo 13 de marzo de 2011, 12:36h
Hace unos días, Miquel Roca dijo en el Foro Antonio Fontán en Madrid que “la formación es mucho trascendente que las políticas sociales, es mucho más importante estar educado que estar subsidiado”. Pues ahí tienen al ministro Gabilondo, perdido en el tsunami político de Zapatero y su Gobierno, que parece haber tirado la toalla y espera, simplemente el momento de volver a su cátedra universitaria. ¿Y qué se va a encontrar cuando vuelva? Ni siquiera lo mismo que dejó, porque cada paso que no da la Universidad, es un retroceso de décadas. ¿Cómo va Bolonia? Mientras en otros países se mueven para cambiar la Universidad, aquí seguimos parados, de espaldas a la sociedad. La Universidad se resiste a perder el absurdo privilegio de que sus títulos académicos sean además títulos que habiliten para el ejercicio profesional, a pesar de que no prepara, nunca lo ha hecho para ello. Alex Rayón, profesor de Deusto, reconoce esa carencia, incluso la falta casi absoluta de prácticas, y dice que “una cosa es la educación y otra el aprendizaje”. “La Universidad, añade, tiene como fin potenciar el intelecto de las personas, dotarles de conocimientos y de capacidad de reflexión”. ¿Sólo eso? ¿Lo hace? ¿Cuánto se ha bajado el nivel de exigencia para que no haya que suspender cada año al 80 o 90 por ciento? ¿Y para eso tenemos que pagar los ciudadanos el 90 por ciento del coste y que se beneficien los que no pegan un palo al agua?   Otro profesor, Enrique López González, de la Universidad de León, al criticar las reformas universitarias que emprenden Reino Unido e Italia, señala los graves peligros que encierra esta última: habrá evaluación continua de los docentes; los investigadores firmarán contratos por seis años y serán renovados en función de resultados; limita el poder de los Rectores; elimina carreras; introduce la privatización de la gestión universitaria; impide el enchufismo y la endogamia; se introduce el préstamo al estudiante, que deberá reembolsarlo al terminar sus estudios… Y concluye el profesor leonés: “no auguro nada bueno a la Universidad pública italiana”.  ¿A la Universidad o a sus profesores? “De esta crisis, ha dicho Cristina Garmendia, no se sale si no es con más ciencia y más innovación”. Otros profesores universitarios, Enrique Alvarez y Tomás Ortín, van por otro camino, seguramente mal mirado por la mayoría de sus compañeros: si queremos competir, y la Universidad tiene que hacerlo, además de financiación, hay que llevar a los mejores profesores y científicos, seguramente buscados fuera, a la Universidad, y eso exige un cambio revolucionario. ¿Por qué? Porque, dicen los profesores de la Autónoma de Madrid y del CSIC, “en España no hay suficientes profesores cualificados para cubrir las plantillas de las 48 Universidades públicas –y, añado yo, en las veintitantas privadas- ni del centenar largo de institutos de investigación del CSIC al nivel que se requiere para ser competitivos internacionalmente”. Por fin, alguien desde la Universidad que dice lo que muchos no quieren oír. Roca es un sabio, pero lo tiene difícil.
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