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Eguiguren, ese oscuro objeto del rechazo

Eguiguren, ese oscuro objeto del rechazo

miércoles 16 de marzo de 2011, 12:56h
Jesús Eguiguren, el presidente del Partido Socialista de Euskadi, se ha convertido en una especie de pinpanpun, un oscuro objeto del rechazo de quienes, políticamente correctos, desdeñan moverse en terrenos pantanosos cuando de luchar contra el terror de la banda ETA se trata. Y es que, en estos tiempos revueltos, en los que, por ejemplo, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo da la razón a una reclamación de Arnaldo Otegi, condenado en España por injurias contra el Rey, Eguiguren se singulariza: pide la legalización de Sortu, la nueva ‘marca blanca’ de Batasuna, entendiendo que sería un avance contra ETA. Y llega a acusar, además de a toda ‘la derecha’, incluso a Zapatero por su “falta de valentía” a la hora de encarar esa legalización, de manera que Sortu pueda presentarse a las elecciones municipales de mayo. No estoy muy seguro de compartir las tesis de Eguiguren, que es el hombre que más veces ha mirado a los ojos a ETA –fue el principal negociador con la banda la pasada Legislatura--: no sé si Sortu debería o no ser legalizada. Puede que desde la técnica jurídica más aséptica no pudiese ser rechaza la inscripción de este partido, que, sin embargo, está lleno de ex batasunos y mantiene una posición cuando menos ambigua sobre los pistoleros de esa ETA que parece que aún boquea por reorganizarse. Veremos qué deciden los órganos judiciales competentes la semana próxima: doctores tiene la Iglesia, aunque no haya unanimidad en la opinión de los doctores... Tampoco comparto, desde luego, la tosquedad de las formas del presidente del PSE, persona con no pocas peculiaridades en el ámbito de su personalidad. Pero no puedo estar con quienes –algunos, en su propio partido-- se empeñan en tirarle la primera, la segunda y hasta la tercera piedra. Eguiguren, cuyo afán por acabar con las fechorías de ETA ni se me ocurre poner en duda, conoce bien el terreno; es amigo personal de Otegi y ello no resulta, me parece, ningún delito: podría incluso ser una ventaja. Y ha sufrido no pocas incomprensiones como adalid de la negociación con la banda del horror –todos los gobiernos han negociado con ella--, incomprensiones que me parece que han llegado hasta la propia Moncloa. De ámbitos cercanos al Gobierno partió la orden que le impedía publicar, junto con un conocido periodista, un libro sobre los vericuetos internos de aquellas negociaciones más o menos secretas. Y quién sabe de dónde partió la instrucción de robarle –el periodista sufrió la misma mala suerte, que ya es casualidad—el ordenador en el que se contenían los materiales para ese libro, que aún no ha visto la luz. Pienso que la lucha contra el terrorismo es particularmente compleja, y buena muestra de ello es el hecho de que la banda haya pervivido durante casi medio siglo. Solamente con una combinación de firmeza, fuerza, inteligencia y flexibilidad se logrará, ahora que parece un momento propicio, derrotarla definitivamente. Y creo que en esta lucha caben distintas estrategias, sin que sea necesario descalificar, evidenciando una irremediable división entre los demócratas, a quienes buscan poner fin a la pesadilla.   Lea también: Se abre una guerra en el PSOE por la postura de Zapatero contra Sortu [email protected]
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