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China, Zapatero y Obama

China, Zapatero y Obama

domingo 17 de abril de 2011, 09:32h
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, justificó la ausencia de cualquier referencia a los derechos humanos en su reciente viaje a China diciendo que la visita tenía una agenda de carácter económico. Tras un pretexto ni siquiera consistente, Zapatero decidió, en su último discurso en China, incluir un llamamiento a la protección de los derechos fundamentales --ni siquiera habló de los derechos humanos-- en Asia, sin ninguna mención directa y explícita a la segunda potencia económica del mundo. ¿Es aceptable lo que hizo el presidente español? ¿Actúan así otros gobernantes occidentales cuando se relacionan con China? No. Este mismo año, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, criticó a su colega Hu Jintao, nada menos que durante una rueda de prensa conjunta. Y lo hizo con referencias claras a las violaciones a esos derechos en el gigante asiático, sin renunciar por ello a hablar de negocios, e incluso de potenciar las exportaciones norteamericanas a China. Zapatero puso en valor exportaciones que no llegan a 2.000 millones de euros, los 25.000 millones de deuda española en manos chinas y dejó en el aire otros 9.000 millones con los que fondos chinos podrían tomar capital de los bancos en que se van a transformar muchas cajas de ahorros. Son cifras importantes pero modestas al lado de las de Obama, que en aquellos días había acordado con el Gobierno de China una venta de bienes por 45.000 millones de dólares, incluyendo un contrato por 200 aviones de la empresa Boeing. Y aún así Obama dijo lo que tenía que decir. En España se ha puesto el grito en el cielo tras el error de Zapatero sobre la dudosa inversión china en las cajas, dando por hecho lo que no estaba cerrado, pero se ha criticado con menos intensidad la posición de Madrid ante los derechos humanos en China. A la vista de los datos de Obama y de su discurso, si Zapatero hubiera seguido sus pasos quizá los chinos también hubieran sido más discretos tras el desafortunado desliz del presidente español. Bajar la cabeza no equivale necesariamente a tener el éxito asegurado. Habitualmente, sucede más bien lo contrario. Y Zapatero, que fue valiente muchas otras veces, en plazas por cierto más difíciles, debería saberlo al cabo de tantos años de gobierno.
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