Valor de Tomás Sánchez en Madrid y Puerta Grande para otro catalán en Barcelona

Dos buenas noticias para la Fiesta - o la Lidia, como la denomina ese gran aficionado y defensor de la misma que es Luis Eduardo Aute, que tiene previsto asistir este lunes a la tradicional goyesca madrileña-. Una en Las Ventas, con una actuación torerísima y rayando lo heroico de Tomás Sánchez. Otra en Barcelona, en la que puede ser última temporada con festejos, merced a un coletudo de la tierra, el novillero, Jesús Fernández, que descerrojó la Puerta Grande. En la cátedra venteña, se lidiaron cuatro toros desiguales de presentación de los anunciados de la desprestigiada ganadería de Fidel San Román -empresario con mayoría de acciones junto al actual José Antonio Martínez Uranga en la primera etapa de Taurodelta hace siete años; ése debe ser su mérito-, que resultaron, como se esperaba, mansos y descastados. Y dos remiendos del otro hierro que compró el otrora empresario, El Ventorrillo, con trapío y manejables. Y una vez más, la fortuna no sonrió a ese segador sin cosecha que es Tomás Sánchez (ovación y palmas), ya que le tocó para la ceremonia el único peligroso de la tarde, un auténtico saldo de gañafones con olor a hule de enfermería, Pero el valenciano, firme, sereno y casi heroico, le hizo frente con valor y técnica. No se arredró ni ante un par de cogidas y demostró que pide sitio, que es lo mismo que pedir justicia. Tampoco le ayudó el cuarto, otro buey de carreta -de menor peligro- al que extrajo series notables por ambos pitones siempre muy seguro y entregado. El valenciano se merece una nueva oportunidad. Quizás menos sus compañeros de terna, Alfonso Romero (silencio y silencio) y José Manuel Más (silencio tras aviso y silencio). El murciano sólo dejó para el recuerdo un ramillete de excelsas verónicas en el segundo de la tarde, de El Ventorrillo, manejable, y con el que no se acopló con la pañosa. Lo mismo que con el quinto, que se quedaba corto. pero con el que tampoco se la jugó a cara o cruz como necesita su carrera. El madrileño anduvo con ganas a lo largo del festejo, pero no basta con eso. Lejos de aquel novillero puntero, Más, que cada vez es menos, anduvo porfión con el tercero, y desaprovechó la nobleza con un punto de codicia del 'Ventorrillo' sexto, frente al que apostó por la cantidad en una labor desigual y por debajo de las condiciones del bicorne. Salida a hombros con senyera Mientras, en Barcelona-como informa José Rafael Palomar- y tras la decepción del domingo pasado, con tres toreros punteros “amanerados”,  y más preocupados por la postura que por el toreo fundamental, este domingo se presenció en la Monumental una novillada interesante. Destacó el local Jesús Fernández: su principal mérito es lo placeado que está, sin haber toreado prácticamente. Si en el primero, novillo soso y distraído, planteó una faena desigual, con mucha voluntad y rematada por una buena estocada, lo mejor llegó en el cuarto. Un novillo encastado,  abierto de cuerna y con hechuras de toro, que ponía a prueba en definitiva, no amilanó a Fernández. Brindó  a Fernando del Arco (por la muerte de su esposa Conchita el pasado domingo). Se templó y toreó despacio, alargando la embestida. Sonaron fuertes los olés de sus paisanos, supo entender al toro, recetó naturales vibrantres y sentidos. Y remató con una estocada recibiendo, que hizo efecto. Salió a hombros, senyera en mano. David Galván sorteó los gañafones que pegaba su primero en la muleta, un novillo difícil e incómodo, al que no llegó a dominar, pero no perdió la compostura, logrando al final del trasteo dos tandas lucidas con la zurda. En el quinto, inicio de faena impecable, con doblones, y posteriormente lo toreó con lentitud, temple y pulcritud. Vació al novillo la embestida, muy quieto y ligando los pases. Dilató excesivamente la faena y fue volteado al entrar a matar. Tuvo que pasar a la enfemería, con una conmoción cerebral encima. Rafael Cerro venía precedido de una intensa campaña de su apoderado Ortega Cano.  Saludó con excelente verónicas a su primero, bajando las manos y ganando terreno. Le tocó un novillo mansote, distraído y que huía de las telas. El sevillano lo persiguió y cuando consiguió engancharlo en las telas, toreó bien por abajo, apuntando  calidad. Lleva el toreo dentro. Muy bueno el final de faena, con trincherazos que poseyeron plasticidad. El sexto novillo era manso, distraído e incómodo. Cerro poco pudo hacer, sólo mostrar voluntad  y,  para colmo, perdió los papeles con la espada…hasta que escuchó los tres avisos, pasando el novillo de Valdefresno a los corrales. Suspensión en Sevilla Por último, en Sevilla, la lluvia obligó a suspender -los coletudos querían aplazamiento, lo que no aceptó la empresa- el séptimo festejo de la Feria, una corrida de rejoneo en la que estaban anunciadas las dos máximas figuras, Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, junto a Leonardo Hernández con toros de San Pelayo