www.diariocritico.com
Sobre respeto y discrepancia con el Constitucional

Sobre respeto y discrepancia con el Constitucional

viernes 06 de mayo de 2011, 01:13h
Las sentencias se acatan, no hay otra, y el trabajo de los magistrados se respeta, no hay duda. Pero acatamiento y respeto no presuponen que en una sociedad libre no se pueda realizar, también libremente, el ejercicio de la crítica. Los jueces no hablan ex cátedra, son seres humanos y, como tales, también se equivocan. Habrá –que los hay- quienes ante determinadas sentencias se mesen los cabellos y revistan su lengua de dardos envenenados, o quienes carguen su pluma de trinitrotolueno. Es una reacción absolutamente rechazable. Pero, ahora bien, las sentencias, incluso las más firmes, pueden estar equivocadas y sometidas, por tanto, a crítica. Disguste a quien disguste. El Tribunal Constitucional ha hablado sobre Bildu, y la maquinaria judicial acaba ahí. Pero donde finaliza la justicia tiene comienzo la discrepancia. La coalición Bildu, donde se incluye la izquierda abertzale bajo el eufemismo de ‘independientes’ junto a dos fuerzas absolutamente legales, podrá estar presente en las urnas, pero durante mucho tiempo muchas voces van a hablar incluso de “prevaricación”. Será injusto tal calificativo, y puede que hasta delictivo para los dicentes, pero los magistrados del tribunal garante de la Constitución saben que sus decisiones son criticables. Y a veces muy criticables. No es hora de meterse con el Constitucional. Corrijo; no es hora de meterse con ‘éste’ Constitucional. Es decir, con los magistrados que hoy lo conforman. Pero sí es hora de abrir ya el debate sobre cómo se nombran los magistrado para el Tribunal Constitucional. Es hora ya de que se planteen cambios; de que los partidos, ni los unos ni los otros ni los de más allá, tengan esa potestad -¿insana?- de reproducir para el órgano garante de la Constitución el juego de mayorías y minorías que las urnas dan para las Cortes Generales. Es hora ya de debatir en profundidad sobre cómo nombrar magistrados, no a propuesta de uno o de otro partido, sino juristas cuyo nombramiento dependa única y exclusivamente de su reconocido prestigio. Seguro que hay fórmulas. Llegados a este punto, el que Bildu pueda estar finalmente en las elecciones es lo de menos. Lo de más a más es que sobre el Tribunal Constitucional siga incólume una especie de mácula que proviene justamente de una embriogénesis absolutamente deficitaria. Parecía que la Constitución había aminorado el problema del nombramiento de los magistrados con la exigencia de una mayoría absoluta reforzada en el ámbito parlamentario, que es donde se nombran. Pero no. Era sólo una forma de repartirse cromos entre los dos partidos que de verdad de la buena mandan en este país. Y en un tribunal no se puede reproducir el juego parlamentario. No hay independencia, y aunque la haya, parecerá que no la hay. Acaba con el mismo sistema. Tenemos lo que tenemos y ahora llegarán los lodos contra el Constitucional. Será un palmo de barro más para convertirlo poco a poco en un muladar. Si los políticos pensaran, se pensarían el sistema por el bien del sistema, por el bien de todos. Ah, si los políticos pensaran.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios