Desde el Gallo de la Almudena: El reino del 'Valido Pica' al honor de Campillo

Ambos son amigos y no se sabe bien quién daba las órdenes cuando el amiguisímo de Zapatero estaba al frente de la mamandurria en RTVCyL, con una pasta gansa de muchos euros  más Audi 6 en ristre, que tal y como están las cosas del comer en esa casa y más en el conjunto del país tiene su aquel. Me cuenta por orillas del Pisuerga -por fin he visto a Herrera desmelenarse cual ‘hooligan’ desatado culpando al pobre de Zapatero de presionar al Tribunal Constitucional- que al orondo Óscar López le espera una oblea de las que hacen época, esto es, que habrá cuatro años más comandando las cosas públicas bajo el color azul desteñido de la gaviota. Los que conocen desde dentro el reparto del poder y de los pesebres en la Junta de Castilla y León -necesariamente gentes que se siente alrededor del Consejo de Gobierno en la Asunción- me insisten en que ‘Juanvi’ Herrera ha entregado todo en manos de José Antonio de Santiago, que es psiquiatra, oiga, y que todos marcan el paso al toque de su gaita, excepción hecha de la ambiciosa consejera de Agricultura, la segoviana Silvia Clemente, que aspira  a convertirse en la primera damisela en vestirse el oropel de presidenta regional. De Santiago, al que todo el mundo conoce por ‘el Pica’, cosas del amor, es hombre cabal e inteligente, supongo, y desde luego, avispado cosa que pude concluir en las dos ocasiones que he tenido oportunidad de departir. Lo digo en el sentido político, claro. Ya saben ustedes como definen en Harvard a un político: aquel personaje que es capaz de dar besos a los niños y al mismo tiempo robarles los caramelos. Consejero De Santiago, te escribo con cariño: mira, amigo, tener mucho poder en democracia -aunque sea un territorio tan depauperado y olvidado como Castilla y León- no significa comportarse como un sátrapa. Y mucho menos no aceptar la crítica o las voces que no te dan palmaditas. Sería todo lo contrario. No te olvides que sólo eres un hombre, psiquiatra, pero mortal. Lo de Campillo Un artículo anterior sobre la llegada de Óscar Campillo a la dirección del deportivo Marca ha provocado un sinfín de reacciones a favor y en contra. Las respeto todas. Sólo quise defender la herencia que ha recibido de mi amigo Eduardo Inda, que le ha entregado la señera mancheta en su máximo histórico hasta tres millones de lectores diarios. Nada más. Una reciente cena en León me permitió conocer las habilidades de Campillo con el director Pablo Lago como ariete del ‘campillismo’. Vuelvo a repetir: nada tengo contra Óscar, porque sencillamente no le conozco, y en cualquier caso le deseo lo mejor en su nada fácil andadura en el imperio UNEDISA. Con que lo haga igual de bien que su antecesor estará salvado. Se lo deseo muy sinceramente. Lo único que repito es que desconfío por completo de aquellos que en la práctica del periodismo son amigos de aquellos a los que tienen la obligación de controlar. Y mucho más de aquellos que quieren ser bendecidos en todas las procesiones. ¡Pero cada cúal es muy libre de asegurarse el coche paraoficial! Graciano palomo. Periodista.