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Mirarse en el espejo árabe

Mirarse en el espejo árabe

miércoles 25 de mayo de 2011, 18:07h
El domingo antepasado, en un contacto telefónico con el canal oficial de televisión, el führer aconsejó a la oposición "verse reflejada en la crisis que azota al norte de África y el Medio Oriente" (El Universal, 16-05-11, pág. 1-4). Eso más que consejo suena como una amenaza. En Libia un sátrapa que ha mantenido a su pueblo durante cuarenta y dos años bajo un régimen de represión arremete con todos los medios militares a su disposición para tratar de sofocar una rebelión que persigue abrir un espacio democrático y de respeto de los derechos humanos en su país. En Siria un presidente que lleva 11 años en el poder que heredó de su padre, quien a su vez gobernó durante tres décadas para sumar un total de 41 años, ataca inmisericordemente a su pueblo que también se bate por un cambio que le permita disfrutar de libertad y de mejores condiciones de vida. Nuestro dictador local considera a esos dos tiranos -Muamar Gadafi y Bachar al Assad-como sus hermanos del alma y comparte con ellos sus métodos de gobierno y el afán de perpetuarse en el poder a cualquier costo. La megalomanía, la intransigencia, la intolerancia y la soberbia que tienen en común los lleva a despreciar la vida de sus gobernados con tal de no soltar las riendas del Gobierno. ¿Qué significa esa advertencia a la oposición de que debe verse en el espejo de lo que ocurre en Libia y Siria? En mi opinión el mensaje es muy claro y sencillo: No intenten hacer lo que hicieron los tunecinos y los libios ni lo que está haciendo los libios y los sirios; no pretendan derrocarme; no pretendan destronarme ni siquiera mediante el voto popular, porque los enfrentaré, como mis hermanos Gadafi y al Assad, con todos los hierros (léase todas las armas con que cuento). En Libia lo que comenzó con una protesta pacífica de jóvenes se convirtió en una verdadera guerra civil porque el dictador no vaciló en emplear todo tipo de instrumento de guerra para poner fin al reclamo popular. La comunidad internacional se vio obligada a tomar cartas para evitar que el pueblo continuara siendo masacrado por el régimen de la "revolución verde". En Siria las protestas populares continúan a pesar de que ya sobrepasa el millar el número de víctimas asesinadas por las fuerzas del gobierno. Nuevamente la comunidad está considerando adoptar medidas para poner fin a la matanza de sirios indefensos que protestan pacíficamente. En Libia y en Siria ambos gobernantes recurren a la cobardía de emplear francotiradores para asesinar a ciudadanos indefensos. En agosto de 2007 el führer criollo confirmó que había comprado a Rusia 5.000 fusiles Dragunov para francotiradores dotados de mira telescópica y dispositivos de visión nocturna. "Pero no se asusten, eso no es para atacar a nadie, es para defender la revolución" dijo entonces el mandón de Miraflores. ¿Acaso hemos olvidado que muchos de los compatriotas que murieron el 11-04-02 fueron víctimas de francotiradores? ¿Es así como se defiende la revolución? Pero aquella misma advertencia de verse en el espejo de lo que ocurre en el norte de África y el Medio Oriente puede hacerse inversamente. Lo que comenzó en Túnez, siguió en Egipto -donde los gobernantes salvaron a tiempo su pellejo-, continúa en Libia, se propagó hacia Siria, Yemen, Jordania, Bahréin, amenaza a Saudi Arabia y ahora, más recientemente pareciera estar comenzando a extenderse hacia Europa empezando por España, es una ola incontenible de ansiedad democrática. Los pueblos rechazan ser gobernados como simples piezas en el ajedrez del poder de quienes tienen aspiraciones absolutistas. Aquí también hay mucha indignación. La elección presidencial del 2012 será la prueba de fuego para los venezolanos que aprendimos a vivir en democracia, nos acostumbramos a las bondades de la libertad y estamos compenetrados e identificados con el Estado de derecho en toda su dimensión. Cualquier intento de desconocer los resultados de esa elección que con el voto de todos nosotros y con la ayuda de Dios significará el fin del régimen del comunismo del siglo XXI, deberá generar una movilización popular similar a la que se ha desatado en el mundo árabe para exigir el respeto a nuestro derecho a escoger libremente nuestros gobernantes. Eso no es ninguna amenaza como la que ha proferido el führer. Así como la revolución francesa marcó en su momento el fin del absolutismo monárquico, la primavera árabe ha iniciado el socavamiento de las bases de los regímenes absolutistas contemporáneos que ya no pueden seguir escondiendo su ilegitimidad detrás de un antifaz de democracia y mucho menos perpetuarse en el poder valiéndose de los instrumentos de guerra que el pueblo ha puesto en manos de la Fuerza Armada exclusivamente para defender la soberanía nacional. www.adolfotaylhardat.net/indexbis    
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