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Torres y alfiles

Torres y alfiles

lunes 30 de mayo de 2011, 05:15h
Escueta y concisa, la noticia publicada este jueves 26 informa que “el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA) ratificó hoy el compromiso de la institución castrense con el Gobierno para consolidar el ‘proceso de cambio histórico’ que vive el país”. Esa declaración militar se da en un contexto de episodios que marcan un importante cambio de rumbo gubernamental en su relación con la Policía. A partir de la destitución del Comandante al que se había encomendado erradicar la corrupción de esa institución en 90 días. Esa defenestración, justificada por los vehementes indicios de que él mismo había abusado del poder para su beneficio, se ha acompañado de una filípica despiadada sobre los vicios de la Policía, incluyendo los del lenguaje. Al quitarle el control y la administración de las cédulas de identidad y licencias de conducir, así como la recaudación de los pagos que realiza el público por ellas, el Gobierno asume una decisión de la cual había retrocedido antes, cuando cedió a las presiones policiales que impidieron entregar Identificación a la Corte Nacional Electoral. Para poner paños fríos a la situación, el Ministro de Gobierno, para quien el traspaso es una “medida revolucionaria”, ha dicho que parte de esos recursos se transferirán a la Policía, que los monopolizaba previamente. La granizada de malas noticias para los afectados ha arreciado en los siguientes días con la intervención de Diprove, encargada del tema de robo de vehículos; la anulación del trámite de “legalización” de los documentos de identidad, las investigaciones sobre vehículos clonados y una fulminante destitución de coronel que dirigía Identificación Personal en El Alto, por haber declarado que las determinaciones del Gobierno provocan malestar en las filas policiales. Semejante incomodidad se muestra opacada hasta ahora por una suerte de estupor institucional, ante la seguidilla de penalizaciones que no dan el mínimo espacio para la reacción. Parecen ahora demasiado distantes los días en que el poder político dividía sus atenciones equitativamente entre las instituciones de seguridad. Además, como se puede colegir de las inesperadas declaraciones de quien fuera Ministro de la Presidencia y actual Director de Fronteras, lo que ha ocurrido hasta este momento podría ser apenas el comienzo de nuevas y más radicales modificaciones subsecuentes a la reforma total del Ministerio de Gobierno que demanda el mismo funcionario. Los cambios en camino son muy significativos sin dejar de ser parciales, porque evidentemente, desde el primer día de su mandato, el Gobierno dejó claro que cultiva, por encima de cualquier otro, sea institucional o social, un lazo estratégico con las FFAA. Ese vínculo bien puede caracterizarse como de relaciones carnales, utilizando una expresión del expresidente argentino Menem, tanto más centrales y estrechas con el viraje en la política marítima y, más aún, durante la fase en la cual el MAS ha dejado atrás su experiencia de instrumento político para convertirse en un partido (atípico, pero partido) que quiere trascender de su condición de partido electoralmente dominante a una estructura indiferenciable e inseparable del Estado. Por todo ello, la enfática declaración de fidelidad castrense al Gobierno y sus planes sobrepasa cualquier formalidad protocolar y se convierte en testimonio de la asunción de un rumbo estratégico compartido, cada vez más autónomo, por cierto, de las vertientes originarias y originales del proceso de cambio que ha mencionado el Comandante. Profesor universitario Róger Cortés Hurtado
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