A mis lectores más jóvenes

Hoy he sabido que hay un grupo de 64 lectores menores de 18 años que se reúnen en una página de twenti donde comparten y comentan mis columnas. Uau, qué jevi. La mía es una columna socio-política y que un grupo numeroso de jóvenes haya elegido leerme me llena de satisfacción y de responsabilidad. Hoy escribo para vosotros, solo para vosotros. Tenéis entre 13 y 18 años a lo que he podido averiguar. Quiero que sepáis que todo cuanto escribo, desde la primera a la última palabra, es pensando en vosotros. Entendámonos, me duele España, tengo “españalgia”, porque un país con muchos más pros que contras está sojuzgado por unos pocos que han diseñado un sistema que nos expulsa a los ciudadanos, que malgasta el presente y dilapida el pasado sin prevenir un ápice para el futuro, que sois vosotros. Me siento directamente afectado y concernido como padre, como hijo y como contribuyente. Vosotros os estáis formando y no sois conscientes de los hechos graves que están definiendo vuestro futuro y vuestras vidas. El primero y más recóndito, del que nunca oiréis hablar ni a Rajoy ni a Zapatero ni a Rubalcaba ni a ninguno de los actuales políticos-pollo que nos [des]gobiernan, es que os vamos a dejar la mayor deuda jamás acumulada en la historia. Y os va a tocar pagarla a vosotros. No os dejamos votar hasta los 18 años -¿por qué si dejamos votar a pederastas, indigentes, analfabetos, corruptos, oligofrénicos, alcohólicos, ladrones y hasta asesinos?- y para cuando lleguéis al sistema ya nos habremos gastado vuestro futuro. Si yo tuviera 16 años exigiría poder votar o, por lo menos, poder influir en dos aspectos: la educación y el tamaño del déficit público. El segundo de los hechos graves con que os estamos engañando es la educación. Los adultos tomamos las decisiones por vosotros, pero estamos obligados a que esas decisiones os sean favorables y os permitan dirigir el país cuando os llegue el turno. Sin embargo, la herramienta que os estamos facilitando para ello es uno de los peores sistemas educativos de la Europa de los 27 y el peor de los 5 primeros países de Europa. No os va a valer, ya os aviso. Contad conmigo para ser vuestro aliado y levantar la voz en vuestro nombre en cuanto foro se ponga a mi alcance, pero no nos engañemos: el statu quo no cambiará, al menos no en el corto plazo. Es necesario que os organicéis y que utilicéis las armas a vuestro alcance: presionad a vuestros padres y profesores para que se impliquen de verdad en vuestro futuro y sobre-esforzaos para conseguir lo mejor del pésimo sistema en el que os hemos metido: estudiad idiomas, aprended matemáticas, manejad las tripas de los ordenadores, desarrollad vuestras habilidades ciber-sociales, ayudaos los unos a los otros y, sobre todo, no os dejéis engañar por las milongas de lo fácil, de lo simple, de lo inmediatamente divertido porque los años pasan a una velocidad pasmosa aunque ahora no os lo parezca y hay tiempo para todo. Volveos duros como el pedernal, no sigáis el camino de llorones y blanditos que marca nuestra nación desde hace ya casi tres décadas. Cuando tengáis ganas de llorar, sorbed los mocos y tragaos las lágrimas; sed férreos y, al tiempo, flexibles como el junco, capaz de doblarse sin romperse. Sed constructivos en la adversidad y compasivos en la victoria y cuando tropecéis, levantaos sin lágrimas, sin dilaciones y sin buscar inútilmente a los culpables: tenéis un camino que seguir y el llanto y los juicios de valor inútiles solo os retrasarán. No dejéis de leer ni dejéis de hablar juiciosamente y alejaos de los indolentes y los déspotas: el mundo es vuestro, pero debéis ganar su posesión. No olvidéis que cuando os toque a vosotros habrá muchos mediocres, muchos llorones y muchos aprovechados sin preparación que intentarán usurpar el puesto que os corresponde. Es por eso que debéis preparaos lo mejor que podáis, es por eso que debéis ser duros y competitivos sin ser belicosos ni agresivos. Y cuando esto ocurra –y no dudéis que ocurrirá- descubriréis con alegría que el mundo que habéis hecho para vuestros hijos es mejor, mucho mejor, que el que nosotros os vamos a dejar indefectiblemente. Aquí me tenéis, usadme.