www.diariocritico.com
Claudio Giaconi

Claudio Giaconi

sábado 30 de junio de 2007, 19:18h
En 1954 apareció la “La Difícil Juventud”, un breve volumen de cuentos de Claudio Giaconi, autor de 27 años que reconocía filas en la Generación del 50. Aunque los lectores no fueron numerosos, el libro deslumbró y fue comentado con elogios unánimes. Se dijo que no sólo recogía las grandes inquietudes de la época, sino que renovaba el lenguaje y los temas de la literatura chilena que mantenía vigente el realismo social de la generación del 38 o el criollismo que los intelectuales detestaban a pesar de que exploró con gracia y verdad a los campesinos y a las regiones agrícolas.

Los personajes de “La Difícil Juventud” fueron jóvenes inconformistas, desilusionados, marginales, disidentes del llamado “orden de las familias” y de los valores consagrados de la sociedad chilena. En sus cuentos Giaconi puso el dedo sobre las heridas de la generación de postguerra, anticipó fenómenos juveniles mundiales como los hippies o el sentido de la música pop que irrumpía en los escenarios mundiales y cuyos geniales adalides eran los Beatles. Ahora se dice que en la literatura chilena existe un antes y un después del libro de Giaconi, que en los hechos se convirtió en el más emblemático de su tiempo e inauguró nuevas formas que no aceptaban el acatamiento a lo “políticamente correcto”.

El escritor Enrique Lafourcade, animador y coordinador de la Generación del 50 acogió a Giaconi como el más interesante creador de un movimiento literario que pretendía representar a la modernidad y desterrar el provincianismo de la literatura nacional. Todos eran jóvenes autores que leían a Sartre, a Jean Genet, a William Faulkner a Jorge Luis Borges. A veces sostenían cultas discusiones en el Parque Forestal y organizaban foros en la Universidad de Chile que los acogía como alma máter. Sus nombres más representativos fueron Enrique Lihn, José Donoso, Jorge Edwards, Jorge Teillier, Cristián Hunneus, María Elena Gertner, Jaime Lazo. Giaconi los frecuentaba y aparecía como uno de los mejores conocedores de la literatura y la música europea. No era hombre de muchas palabras y tenía fama de hermético y ensimismado.

No por eso abandonaba su condición de bohemio, cliente nocturno del restaurante Il Bosco y bebedor controlado. Se le veía siempre acompañado de su fiel mujer, Sibila Señoret, y lucía impecables tenidas. En 1960 publicó un ensayo literario, “Gogol, un hombre en la trampa”, en el que diseccionó con lucidez al gran autor ruso, a la despiadada visión de la sociedad en que vivió, a su ácido humor, a sus visiones surrealistas y patéticas. Después de ese libro no volvió a publicar.

Decidió vagar por el mundo. Vivió en México, Italia, Francia y terminó en Nueva York contratado como periodista de la United Press. Allí se enfermó de tuberculosis y dio una batalla tenaz contra la muerte, una de sus grandes y angustiosas obsesiones de siempre. Escribió entonces “El derrumbe de Occidente”, un poemario motivado, entre otros asuntos, por la guerra de Vietnam, el mercantilismo neo liberal, la tentación totalitaria y la decadencia de los valores éticos.

Regresó a Chile sin otro ingreso que una magra pensión mensual de jubilado. Le gustaba frecuentar los bares que solían congregar a sus amigos escritores y se unía a ellos para beber y conversar. Decía que estaba literariamente agotado y no le interesaban las reediciones de sus libros. Cuando se sentía acosado por los reproches a su inactividad creadora aseguraba que estaba escribiendo una larga novela autobiográfica llamada “F”.

No le gustaba ser calificado como “escritor maldito”. No hacía alarde de su pobreza y soledad, buscaba con afán a los amigos que le invitaran a un trago en el barrio Bellavista o en el café del Biógrafo, en calle Villavicencio. Antes de su última crisis de salud estuvo internado en el hospital San José, sin mucho auxilio de sus amigos ni de las autoridades culturales. Alguien habló de recoger sus brillantes artículos de prensa o varios de sus cuentos dispersos en publicaciones de otros países. Hasta la fecha no hay indicio de su realización.

Próximo a cumplir los 80 años fue sometido a una operación a las piernas, atacadas por una trombosis que le impedía caminar. Murió finalmente de un infarto cardíaco en el hospital de El Salvador, el pasado 22 de junio.

Nadie discute que “La Difícil Juventud” es ya un libro clásico e inolvidable. Y aunque fuera sólo por esa obra, Claudio Giaconi es uno de los escritores más notables de la literatura chilena del siglo XX.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios