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Una brizna de paja en el viento

Una brizna de paja en el viento

martes 14 de junio de 2011, 20:16h
El destino del régimen venezolano está en manos de quien considera su mayor enemigo El mercado petrolero atraviesa una de las situaciones más complejas que se recuerdan. Enormes fuerzas que operan en sentido contrario están gravitando simultáneamente sobre los precios del petróleo, en un caso empujándolos al alza y en otro caso amenazando con derrumbarlos. En el mercado prevalece una situación de incertidumbre. Una vez más, los eventos del mundo islámico productor de petróleo amenazan con degenerar en problemas mayores. Veamos: Como consecuencia de la guerra que contra la dictadura de Gadafi libran los rebeldes libios con el apoyo de la OTAN, la producción de Libia ha caído de cerca de 1,5 millones de b/d a apenas unos 200.000 b/d. Mientras tanto, los graves conflictos que han estallado en Yemen y Siria vienen profundizándose (aunque no son miembros de la OPEP producen entre ambos casi medio millón de b/d). Otros países de la región también están amenazados. Además, casi la totalidad del petróleo que se produce en el Golfo Pérsico -más de 20 millones de b/d- sale a los mercados a través del Estrecho de Ormuz. En la orilla occidental del estrecho, se encuentra Bahrein (donde está estacionada la V Flota de Estados Unidos). Allí se están produciendo conflictos entre la población de mayoría shií y el gobierno suní. Del otro lado del estrecho, en la orilla oriental, se encuentra Irán. Desde el último fraude electoral, la conflictividad interna en Irán ha alcanzado niveles de ebullición. El pueblo ya no tolera la dictadura teocrática del ayatolá Jamenei, en tanto que este último se encuentra cada vez más enfrentado con quien fuera su protegido, el presidente Ahmadinejad. La inestabilidad es rampante en el segundo mayor productor de petróleo de la OPEP. Vemos, pues, que existen severos motivos de incertidumbre; sin embargo, como si lo anterior fuera poco, la crisis nuclear que se generó en Japón a raíz del terremoto y tsunami que afectaron los reactores nucleares de Fukushima, derivó en un nuevo impacto inesperado: la energía atómica se sumó a la crisis. Incluso Alemania tomó la decisión de cerrar todos sus reactores nucleares a lo largo de la próxima década. Dos de los principales agentes energéticos del mundo -el petróleo y la energía atómica- se ven amenazados simultáneamente. Frente a todos los eventos descritos no es de extrañar el salto inesperado en los precios del petróleo, superando en el caso del WTI los 100 dólares por barril. En este marco tuvo lugar la última reunión de la OPEP. En la misma se enfrentaron dos tendencias diferentes. Por una parte, países como Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes y Qatar propusieron elevar las cuotas de producción de la OPEP a fin de impedir que los precios petroleros siguiesen aumentando, lo cual podría agravar la crisis económica mundial. La otra tendencia -Irán, Venezuela y Libia- se opuso tenazmente al aumento de las cuotas (básicamente porque ninguno de los tres estaría en capacidad de aumentar sus niveles de producción en caso de que les incrementasen sus cuotas). En realidad lo que ocurrió fue que al no llegar a un acuerdo, se produjo un rompimiento. Cada país quedó liberado de sus compromisos con respecto a las cuotas y, en consecuencia, en los próximos meses veremos a algunos de los miembros de la OPEP -principalmente a Arabia Saudita- aumentar considerablemente sus niveles de producción ya que ahora nada se los impide. Llegó, pues, el momento de la verdad. Si los precios del petróleo se mantienen elevados, no cabe duda de que la economía mundial se verá resentida, con lo cual la recesión que se produciría desembocaría finalmente en una caída de la demanda petrolera y en consecuencia también en una disminución en los precios del producto. En definitiva, lo que vaya a ocurrir parece estar en manos de Estados Unidos. A menos que el FED de Estados Unidos apruebe una tercera ronda de estímulos (QE3) para enfrentar la recesión, es probable que los precios del petróleo vuelvan a experimentar un fuerte deterioro. Parece, pues, que el destino del régimen venezolano está en manos de quien considera su mayor enemigo. Sería bueno que en un acto de humildad, quien preside ese régimen entendiese lo que al final de su vida comprendió el Libertador: Que no es más que una brizna de paja en el viento. [email protected] @josetorohardy
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