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¿Guarda Rubalcaba un conejo en su chistera?

miércoles 15 de junio de 2011, 08:36h
El candidato adelantado del PSOE, flamante Vicepresidente de Gobierno y Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha insistido en los últimos días en la idea de que una de las principales causas del malestar de la gente con los políticos se debe a que están permanentemente a la greña por adquirir cuotas de poder. Puede que nos pasemos de suspicaces, pero hay razones para empezar a pensar que esa insistencia no es casual. Claro, siempre es posible que Rubalcaba lo piense así y simplemente lo reitere en sus discursos. Pero también puede ser un signo de algo más significativo: tal vez el candidato esté pensando en dar un vuelco al enfoque de su campaña electoral y en vez de basarla en ataques y contraataques, la centre en un llamamiento a la unidad nacional para salir de la crisis. Es indudable que ese giro sorprendería a todo el mundo y provocaría esa suerte de admiración que tiene lugar cuando el prestidigitador saca un lindo conejo de su impecable chistera. Esa perspectiva ofrecería a Rubalcaba presentarse como un estadista, precisamente a sabiendas de que va a perder las elecciones. Porque las encuestas no dejan lugar a duda: el candidato socialista no levanta la intención favorable de voto; más bien los resultados del 22-M han aumentado ligeramente la ventaja del PP, que se aproxima al 15% de diferencia a su favor. Todo indica que no nos equivocamos los que sostenemos que Rubalcaba es un excelente candidato para salvar los muebles. Tiene prestigio suficiente como para tratar de perder lo menos posible. Por ello creo que Rubalcaba se encuentra en buenas condiciones para mostrar generosamente su altura de miras y proponer que las elecciones giren en torno a la posibilidad de conformar un pacto de Estado para sortear la crisis. El acuerdo consistiría en que, gane quien gane las elecciones -y piérdalas quien las pierda-, los partidos mayoritarios se comprometen a formar un Gobierno y una oposición guiados por un pacto de Estado para evitar que la crisis arrastre al país por la senda de Grecia o Portugal. La advertencia del Comisario Joaquín Almunia de que es absolutamente necesario que España se aparte del borde del precipicio no debe ser despreciada. Es necesario aclarar que, en realidad, se estaría proponiendo más bien una política de Estado, claramente delimitada, y no tanto un pacto de Estado global y menos aún un Gobierno de concentración. La idea, como se planteó con la política sobre terrorismo, es acordar una política de Estado sobre algunos asuntos claves y dejar el resto de los temas al debate completamente abierto. Gobierno y oposición pueden enfrentarse políticamente por los más diversos temas, pero saben que hay algunos sobre los que están obligados a llegar a un acuerdo anticipadamente. En último caso, si efectivamente nos pasamos de suspicaces y Rubalcaba no está preparándonos una buena sorpresa y no piensa para nada una campaña electoral basada en la necesidad de un pacto de Estado para sortear la crisis, al menos con este comentario estaremos contribuyendo a incrementar el depósito de ideas constructivas para la campaña electoral que se avecina. Y no estaría de más que quienes, desde distintos espacios, creemos que esa política de Estado es necesaria, fuéramos sugiriendo a los candidatos de las fuerzas mayoritarias la conveniencia de acordar tal acuerdo ya desde la campaña electoral.
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