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Problemas

Problemas

lunes 18 de julio de 2011, 21:28h
El otro día, en mi programa radial, un entrevistado, representante de las clínicas que prestan servicios al Estado, a las Obras Sociales, y a la medicina prepaga, explicaba claramente el proceso de “nominalidad” y distorsiones en el que nos ha puesto este escenario de alta inflación que ha generado la política económica en la Argentina.  La cosa es más o menos así: “El gremio de los empleados no médicos de las clínicas y sanatorios pide un aumento del 34% (sic). Para poder pagar dicho aumento y el de otros costos, nosotros les aumentamos los precios de nuestro servicio a las obras sociales y al Estado (PAMI) y a las empresas de medicina prepaga. Las obras sociales no tienen problemas, porque como los salarios de los empleados sindicalizados subieron más o menos lo mismo para todos, los ingresos de las mismas también subieron –dado que son un porcentaje del salario-  y nos pueden pagar el aumento. El Estado, tampoco tiene problemas, porque la recaudación impositiva subió en dicha proporción. El problema es de la medicina prepaga que tiene que aumentar las cuotas, para lo cuál necesita la autorización de la Secretaría de Comercio. Si reciben la autorización para aumentar las cuotas en la exacta incidencia de nuestro aumento, lo trasladan al cliente y listo. Si no, o le aumentamos menos nosotros y tenemos un problema de rentabilidad, o aumentan menos ellos y los que tienen un problema de rentabilidad son ellos.”  Por lo tanto, agrego yo, es la Secretaría de Comercio la que define quién se queda con el problema de rentabilidad y por qué monto. Si autoriza el aumento, el problema es de los clientes de la medicina prepaga. Si no lo autoriza, el problema es de la clínicas que no pueden trasladar el costo del aumento salarial o de las empresas de medicina prepaga, si las que no pueden trasladarlo son ellas. Obviamente, en esta calesita nadie dijo no al aumento salarial,  o aumentemos menos. Sólo se piensa quién se hace cargo. Y esto lo decide, finalmente, la Secretaría de Comercio. Pero dicha repartición pública no sólo decide la rentabilidad y los precios de la medicina. Lo hace en el caso de todos los bienes y servicios sujetos a control de precios. Decide además quién exporta y quién importa y bajo que régimen y condiciones. Qué se vende en los kioscos y qué no, etc. etc. Por supuesto que esto tiene consecuencias.   Como le conté la semana pasada, si el precio que fija la Secretaría de Comercio termina siendo no rentable, empiezan a faltar los productos. Cae la exploración y producción (caso combustibles); o se liquidan stocks y se deja la actividad, (caso de la carne en dónde, por esa razón, el año pasado el precio explotó, 100%); o ciertos productos desaparecen de las góndolas, o de los negocios y son reemplazados por productos “nuevos” que no se producían antes y que, por lo tanto, y por un tiempo, no están sujetos a controles y prohibiciones, sirviendo como “válvula de escape”, para que no haya mercados negros ni, en general, sobreprecios. En muchos casos el efecto “volumen”, por el crecimiento del mercado y por el cierre parcial de la economía y/o la rentabilidad extraordinaria post devaluación del 2002, permitieron y permiten que este sistema persista más de la cuenta. Pero a medida que pasa el tiempo, las tensiones que se generan aumentan y con ellas los problemas que no sólo persisten si no que se consolidan. El diagnóstico del gobierno es que si existiera un problema de inflación (que no lo hay) éste es consecuencia de la falta de inversión. Ya le expliqué, muchas veces, disculpe la insistencia, que la inversión es más demanda y, por lo tanto, más presión sobre los precios, y más inflación (no menos) en el corto plazo. Sólo cuando la inversión madura y se transforma en más oferta, puede, eventualmente, compensar una mayor demanda sin presiones inflacionarias. Pero para que haya más inversión tiene que haber “negocio” y el negocio no puede estar basado en decisiones de la Secretaría de Comercio. Pero como el negocio “es” así, la inversión requiere de regímenes especiales, préstamos del Bicentenario, u otros esquemas varios que, a su vez, son intensivos en Secretaría de Comercio. En otras palabras, la Secretaría de Comercio primero crea las distorsiones y los problemas y después los “soluciona”. Este es el “modelo” ¡Y encima lo quieren profundizar!
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