La crónica inacabada de Carles Sentís

Carles Sentís se nos ha ido a las puertas de los cien años que tanto le ilusionaba cumplir. Testimonio privilegiado de grandes acontecimientos de la historia, se quedará sin redactar la crónica de su centenario. Situado en el lugar preciso en el momento adecuado, Sentís fue espectador en primera fila de los diversos cambios de régimen y a ellos se adaptó encontrando acomodo. Secretario de un conseller republicano, alférez provisional, colaborador de Cambó, alto cargo periodístico con Franco, confidente de don Juan, colaborador y conseller con Tarradellas, diputado con la UCD. Con motivo de su muerte aparecerán en estas horas biografías laudatorias y otras también nauseabundas. Se le retraerá su colaboración con el franquismo y quizás olvidarán su complicidad monárquica con el Conde de Barcelona o su papel de correo para el retorno de Tarradellas. Sentís colaboró con el franquismo, sí, y nunca lo negó. Lo justificó en el ambiente revolucionario existente en Barcelona antes de 1936 y durante la guerra y el desahogo que supuso el final de la contienda. Pero al mismo tiempo Sentís adjuraba de la represión a que se sometió a la población, a su lengua y a su cultura. “No es eso, no es eso”, el mismo pensamiento que muchos intelectuales hastiados de la idealizada Segunda República. De ahí su acercamiento temprano a Cambó, líder de la Lliga que financió a Franco pero que se acogió a un voluntario exilio para alejarse de la dictadura. Periodista de raza, único corresponsal español en el proceso de Nuremberg, acompañante del general De Gaulle en su periplo africano, Sentís supo labrarse complicidades en su retorno a la España en la que o estabas con Franco, a pesar de Franco o contra Franco. Algunos ya recuerdan su artículo “Finis Cataloniae” de los años 40 pero omiten la candidatura de consenso con que encabezó la primera junta del Col·legi de Periodistes de Catalunya, con compañeros nada sospechosos de franquistas. Carles Sentís, maestro, descansa en paz.