Elecciones generales, el 20 de noviembre

No será diputado en la siguiente legislatura. No tiene propósito alguno de escribir memorias de sus siete años en la  Moncloa...Ni siquiera, en este momento, desea  rapasar los tiempos felices y los momentos degraciados de ese septenato que la crisis fuerza a abreviar en ocho meses. Porque no será en marzo, sino el próximo 20 de noviembre cuando los españoles volveremos al participar en las elecciones generales pada determinar quién nos gobernará en los cuatro años siguientes, si Rubalcaba o Rajoy. De manera que, en efecto, el 20 de noviembre ya no será recordado sólo como el día de la muerte del dictador Francisco Franco y del fundador de Falange, Primo de Rivera. Después de larga controversia y muchas presiones para que anticipara la fecha electoral, Zapatero alega a que se dan las circunstancias más apropiadas para que, en menos de cuatro meses, tengamos nuevas elecciones generales. Parece haberse plegado finalmente a los deseos del PSOE y del candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, según anunciaba al mediodía de este viernes en el que estaba anunciado un mensaje presdidencial de cierre del curso político y comienzo del mes oficial de verano. Zapatero lo anunciaba como fruto de sus propias reflexiones y tras hacer un repaso al fin del primer semestre del año. De esta manera, el presidente del Gobierno ha venido a poner fin a la legislatura, aunque habrá aún algunas semanas parlamentarias, a principios de septiembre, para culminar proyectos de ley pendientes que tienen que regresar del Senado. Visiblemente deteriorado en su aspecto físico, Zapatero aparecía cansado de afrontar los problemas que ha significado la más grave crisis económica de la que se tiene memoria. Es seguro que su decisión de recurrir a un pequeño adelanto electoral de sólo un trimestre iba en contra de su voluntad política, tantas veces expresada, de agotar la legislatura. Da la impresión de que, con la reforma de las pensiones, se ha puesto fin a su etapa política y ha culminado las reformas anunciadas en mayo de 2010, aunque algunas de ellas, como la reforma de la negociación colectiva, deberán pasar a mejor vida o a un calendario futuro. Se esforzó Zapatero en explicar por qué ahora considera positivo, o tal vez inevitable,  el adelanto, cuando hasta hace poco tiempo decía lo contrario. Según dijo, "es conveniente que el Gobierno que salga elegido en las urnas afronte desde el 1 de enero el ejercicio económico y las responsabilidades del país". Alegó que "la certidumbre es estabilidad y ha pesado en mi ánimo fijar un calendario claro. El 1 de enero, el nuevo Gobierno debe trabajar en la recuperación económica, en la reducción del déficit y debe garantizar la consolidación de la recuperación", añadió. Pero no es improbable que hayan tenido algo o mucho que ver las dificultades que ya han podido surgir en las converdaciones con los nacionalistas de CiU, PNV y CC para sacar adelante unos presuupestros generales de 2012. En concreto, el "precio" requerido por catalanes y vascos ha podido ser insoportable. De manera que habrá prórroga de losn actuales presupuestos, a la espera de que el futuro nuevo gobierno logre elaborar y aprobar su siguientes cuentas para el año que viene... De otro lado, insistió en que el adelanto electoral lo tenía "pensado y madurado" desde hace tiempo y ha preferido anunciar la fecha para "proyectar certidumbre política y económica". "Así el debate público ya no girará sobre la fecha electoral, sino sobre las tareas que tenemos que cumplir y terminar", dijo Zapatero, quien ha negado que el adelanto tuviera algún componente de perspectiva electoral que pudiera beneficiar a su partido. De manera que, aunque la convocatoria formal de nuevas elecciones no se ha produicido, bien opuede asegurarse que la campaña ya da comienzo, sin tiempo apenas para la pausa veraniega y el descanso de los políticos. Ahora, ya se saben los rituales: listas de candidatos, programa electoral, mítines... Toda una nueva perspectiva que acaso logre que se olvide "la maldita crisis" que forzó a un anticipo electoral que estaba dividiendo a la opinión pública del país.