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Chávez y Humala en paralelo

Chávez y Humala en paralelo

miércoles 03 de agosto de 2011, 18:43h
Evitar hacer comparaciones entre el recién electo presidente del Perú Ollanta Humala y Hugo Chávez es difícil, siendo ambos militares, teniendo los dos intentonas de golpe de estado que los llevaron a la cárcel y habiendo alcanzado posteriormente la presidencia de sus respectivos países después de una breve pasantía política. Además, está su  declarado nacionalismo, tan conveniente, tan electoral. Hasta en los apoyos particulares recibidos de algún que otro intelectual, salvando las distancias entre Mario Vargas Llosa y Jorge Olavarria, hay alguna semejanza. Se dice que el triunfo de  Humala, representa un  cúmulo de voluntades diversas, que abarcan tanto el centro político, donde hay conformidad con la política neoliberal, pero rechazo al autoritarismo y fascismo representado por Fujimori, como movimientos sociales y sectores de izquierda, opuestos tanto al autoritarismo como a las políticas económicas neoliberales. En cierta forma, es lo mismo que se  comentaba de Chávez cuando ganó las elecciones de 1998 y se debatía sobre si era de izquierda o de derecha. Que Humala esté más cerca de lo que representa Toledo que de ningún otro en este instante, aunque sea solamente por sus rasgos étnicos, no significa que Humala vaya a gobernar como aquel; tal como el ideario de Chávez no se parece al de Caldera, no obstante  que el celebre discurso de este último el 4 de febrero de 1992, en el Congreso de la República, y su “chiripero”, sean los mas claros antecedentes de lo que vendría después.  En la toma de posesión, podemos encontrar algo más que parecidos. Recordemos que Chávez  no quiso usar la banda presidencial del Presidente Caldera sino que mando a hacerse una nueva, pues su propósito era refundar una nueva República, "la V República" y la banda del anterior presidente era el reflejo, en su opinión, de la IV República. El momento cumbre ocurrió cuando al levantar el brazo para prestar juramento con la mano derecha sobre la Constitución de 1961, vigente, lo hizo con aquellas palabras que tanta polémica levantaron de “Juro sobre esta Constitución moribunda, etc” y que eran, además de una premonición, una violación a la Ley de carrera Administrativa que obligaba a los funcionarios que ejercerían cargos públicos, a jurar que cumplirían la Constitución y la ley.  Pues como   podido leer en los medios impresos, Humala hizo prácticamente lo mismo; en el momento de juramentarse invocó la Constitución de 1979, en lugar de la vigente de 1993. Mientras la oposición ya habla de  irregularidad en el juramento y de presidencia de facto, los seguidores de Humala lo califican de acto simbólico y de principios, para reivindicar el Estado de Derecho que fue violado y saqueado por el golpe de Estado del 5 de abril de 1992 de Alberto Fujimori. Pero cualquier discusión sobre estas formalidades se hace inútil en países como los nuestros, donde estas licencias poéticas a la hora de pronunciar el juramento de ley para aceptar un cargo, son consideradas jugarretas, libertades que se toma el nuevo presidente, amparado quizás en los votos de una victoria electoral aun caliente, que en el entender de nuestros pueblos y de nuestra idiosincrasia lo permite todo. Por otro parte, ¿que tienen esas “pequeñas formalidades” de importancia?, ¿para que sirven?; aquí, hasta tenemos una ley que  las erradica cuando no se consideran necesarias para la finalidad del acto que las requiere. Sin duda, un problema de valores. Del viaje a Cuba ni hablemos, pues tanto en un caso como en el otro, la visita a Fidel más que un simbolismo fue una autentica declaración de intenciones. Si estas  coincidencias nos dicen algo, es obvio concluir que vendrán más  y que no hay que ser adivino para predecir el futuro del Perú en los próximos años. Una nueva constitución, posiblemente una asamblea constituyente, una ratificación en el cargo, como ya ocurrió en Venezuela, Ecuador y Bolivia. El discurso sobre la erradicación de la pobreza, la construcción de una nueva sociedad y de un gobierno para todos, sin exclusiones, ya se pronuncio. Lo pronunciaron todos. Hasta puede que alguien lo repita próximamente.   
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