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Adios, Legislatura, adios

Adios, Legislatura, adios

domingo 18 de septiembre de 2011, 11:34h
Se escenifica esta semana que ahora comienza el adios a una Legislatura de pesadilla. Ultima sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, que se despide hasta que, allá a mediados de diciembre, reabra sus puertas para una sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno. Veremos entonces algunas caras nuevas y perderemos de vista, en cambio, a algunos rostros conocidos. Como ocurre cada cuatro años con cada elección general. Pero ahora no es lo mismo, porque no estamos ante una nueva Legislatura, con un seguro nuevo mandatario en La Moncloa: estamos entrando en una nueva era, algo que yo llamaría una segunda transición, tan complicada al menos como la primera.   De que el nuevo elenco que gobierne a los españoles, muy probablemente comandado por ese hombre tranquilo y dicen que acaso algo apático que se llama Mariano Rajoy, sepa encarar con arrojo e imaginación esa segunda transición dependerá mucho de nuestras vidas. No figuro, desde luego, entre quienes desdeñan la figura de Rajoy y menos aún las de muchos de quienes constituirán su equipo: varios de ellos tienen una estatura técnica y política que para sí la quisieran ciertos ministros actuales. Y pienso, sí, en veteranos como Federico Trillo o Miguel Arias Cañete, pero también en Elvira Rodríguez, Cristóbal Montoro, Esteban González Pons, Soraya Sáenz de Santamaría, José Luis Ayllón, Antonio Basagoiti, Alicia Sánchez Camacho y tantos, tantos otros susceptibles de sentarse en el Consejo de Ministros (tiene usted razón: algún nombre, que suena mucho en las quinielas, prefiero no citarlo).   Pero tampoco es un secreto que prefiero las mayorías relativas a las absolutas y que soy un convencido de la necesidad del gran pacto entre socialistas, populares y quien se quiera apuntar a ello. Me causa cierta aprensión la perspectiva de una nueva Legislatura en la que el Gobierno central está en las exclusivas manos de un partido, que es el mismo que posee la mayor parte de los gobiernos autonómicos y municipales. Y si, encima, nos encontramos con el principal partido en la oposición, el socialista, literalmente deshecho, desmoralizado y, como diagnosticaba Felipe González, de brazos caídos, aún me siento más aprensivo. ¿Qué ocurrirá si, ante un muy mal resultado, el candidato Pérez-Rubalcaba se viese abocado a dimitir ya la misma noche del 20-N?   No tenga usted la menor duda de que es esta una peliaguda cuestión que estará muy presente en los pasillos de la Cámara Baja cuando, esta semana, Sus Señorías se despidan, quizá, algunas de ellas, para no volverse a ver. Ahora sí que empieza el gran baile. Hagan juego, señores.   [email protected]  [email protected] - Lea también: Otegi, condenado a 10 años de prisión por pertenencia a ETA
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