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Cárcel de 5 estrellas

lunes 19 de septiembre de 2011, 08:44h
     Los presos etarras que han mostrado su rechazo a las armas podrán residir, cuando las instalaciones entren en funcionamiento, en una cárcel de cinco estrellas. Se está construyendo en Nanclares de Oca, Álava, y como si se tratase de un anuncio inmobiliario de casas de alto “stánding”, se podría decir: Zona residencial para presos comunes, con 152 celdas individuales. Dotada con biblioteca, salas de lectura, de informática y de música, ésta última debidamente insonorizada. Talleres ocupacionales, zona de peluquería, gimnasio con espalderas, pesas, colchonetas, máquinas pesadas de remo, bicicletas estáticas y cintas de carrera. Salas médicas de atención continuada, contando con especialistas de odontología y radiología. En caso de que una mujer acceda a este paraíso penitenciario, habrá salas de consulta ginecológica. Salvo excepciones, como en el caso de que un recluso curse estudios universitarios, no se podrá disponer en la celda de ordenador personal, pero sí de aparatos de radio o de un pequeño televisor.     Queridos amigos: no se trata de una broma ni de una promoción de hoteles o de destinos turísticos, sino de las condiciones de la nueva cárcel que, como les decimos, se construye en Nanclares de Oca, y que previsiblemente tendrá como inquilinos a españoles tan “ilustres”, tan impresentables, tan repugnantes como Idoia López Riaño (alias “La Tigresa”), Francisco Múgica Garmendia  (“Pakito” para sus amigos), o José Luís Álvarez Santacristina (llamado “Txelis” en su ficha policial).     Cuando tantos españoles pasan las mañanas del lunes al sol y las noches de cualquier día a la sombra de un puñado de cartones en un cajero automático o en el banco de un parque, a los asesinos etarras se les ofrece la cárcel más lujosa de Europa, financiada con el dinero de todos, también de los familiares de las víctimas del terrorismo. Vivimos en un mundo al revés, que es el  de la bruja hermosa y el pirata honrado. Pobrecitos asesinos etarras, tan tiernos, tan sensibles, tan dulces, tan cabrones. - Otros artículos del autor: La buena memoria El inútil Senado Sin dormirse en los laureles
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