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Secretario general de CC.OO.

Negociación sindical

viernes 20 de julio de 2007, 15:06h

La Semana pasada los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en El Escorial sirvieron de plataforma para reflexionar sobre la Negociación Colectiva.  Más exactamente el curso organizado por la Fundación Sindical de Estudios de CCOO de Madrid llevaba un largo pero clarificador título: “Los cambios en la estructura productiva y sus efectos en el mercado de trabajo y en la negociación colectiva”.  El claro título esconde sin embargo difíciles preguntas a menudo acompañadas de ciertos análisis, nuevas preguntas y algunas respuestas en forma de hipótesis de trabajo.

A lo largo del curso pudimos repasar los efectos de la globalización, económica y productiva y la necesidad de reforzar instrumentos sindicales como la Confederación Europea de Sindicatos (CES) o la nueva Confederación Sindical Internacional (CIS).

El fenómeno de la fábrica global.  El papel de los Comités de Empresa Europeos.  Las experiencias sindicales en diferentes sectores como la industria metalúrgica, agroalimentaria o en la construcción.  Todo ello acompañado de reflexiones de quienes desde el ámbito universitario prestan una especial atención a los derechos laborales y la evolución de la negociación colectiva.

La globalización productiva ha afectado al poder contractual del sindicato en el ámbito del Estado Nación y ha producido desregulación e individualización de las relaciones laborales, aumentado el poder empresarial de las grandes corporaciones.  El modelo laboral tradicional de empleo estable y derechos laborales ejercidos de forma regulada ha girado hacia una transformación productiva, de las relaciones laborales y la organización del trabajo que repercute directamente en los derechos laborales, sindicales y en la propia negociación colectiva.

El sujeto tradicional se ha transformado en poco tiempo en una diversidad de asalariados caracterizados por la dualización y la desigualdad que debilita la cohesión y cuestiona el propio modelo social.  La dualidad afecta a las  mujeres que cobran un 33 por ciento menos que los hombres por trabajos similares a los trabajadores inmigrantes que perciben un 40 por ciento menos que los nacionales, a los jóvenes que cobran sólo un tercio del salario de un trabajador medio, o ese 23 por ciento de trabajadores madrileños que perciben retribuciones inferiores al salario mínimo interprofesional (SMI).

Esa desigualdad salarial se reproduce en las tasas de siniestralidad, en la promoción profesional, y alcanza a la dualización social generando ciudadanos en las fronteras de la pobreza y la exclusión social.

Si CCOO queremos responder a este reto, construyendo identidad de clase y representando los intereses generales y sectoriales de los trabajadores y trabajadoras tenemos que resolver bien el problema de la negociación.  Sin negociación no hay sindicato.  No hay que olvidar que las Comisiones de Obreros nacen hace 50 años para representar y defender a los trabajadores sometidos a una presión asfixiante del régimen franquista que impide la defensa de sus intereses en las empresas.  La negociación colectiva sectorial y la negociación colectiva general son las dos caras de la misma moneda con la que los trabajadores percibimos nuestro salario directo y nuestro salario diferido.

Nuestra renta real la percibimos en forma de salario y condiciones de trabajo regulados por el convenio colectivo a los que hay que sumar el derecho a una pensión digna, a prestaciones por desempleo, educación, sanidad, servicios sociales o transporte público por poner algunos ejemplos.

El modelo productivo globalizado genera una flexibilidad equivalente a precariedad.  Frente a ello el sindicato opone una flexibilidad acompañada de seguridad.  Flexibilidad compatible con derecho al trabajo de calidad, con formación permanente, con sistemas de protección social eficaces y sólidos.  Con políticas económicas y de mercado de trabajo que remuevan las desigualdades y erradiquen la discriminación.

España crece económicamente y crea empleo, pero sobre bases productivas poco sólidas que contribuyen a que nuestra productividad no aumente y nuestra temporalidad sea la más alta de Europa.

CCOO queremos negociar el salario, la organización del trabajo, la formación, la promoción, la conciliación y la igualdad, la regulación de la subcontratación, la reinversión de beneficios o la innovación y calidad de los productos y servicios.

CCOO queremos negociar también el futuro de nuestras pensiones, la protección por desempleo, las rentas mínimas, la salud laboral, el salario mínimo, la fiscalidad de las rentas del trabajo, las políticas de I+D+i, la atención a las personas en situación de dependencia, las ayudas familiares, las políticas de inmigración, la educación, la sanidad, la igualdad y la conciliación de la vida laboral y personal o las políticas de suelo o vivienda.

Todo cuanto afecta a los trabajadores nos interesa.  Por eso ante las nuevas preguntas ensayamos nuevas respuestas.  Ante la fábrica global nos preparamos para la negociación sindical global.  Ante la producción en red construimos sindicato en red.  Ante la descentralización productiva aprendemos a articular la negociación intersectorial.  Frente a un mundo de competencia empresarial respondemos con más y mejor cooperación sindical.  Porque muchas son nuestras debilidades pero ésta es nuestra mayor fortaleza.

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