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El hombre vestido de Candidato Americano

El hombre vestido de Candidato Americano

sábado 28 de julio de 2007, 01:00h

Estas cosas nunca son casuales: a Zapatero le visten, para salir en rueda de prensa, de candidato a las elecciones americanas. Traje azul oscuro, camisa blanca, corbata roja con listas azules. Si yo fuese Moraleda, que no, ni ganas, sacaría a Zapatero más frecuentemente en estas ruedas de prensa en las que exhibe su buena forma física, su mirada azul directa, su dominio del atril monclovita, su verbo tranquilizador. Zapatero convierte las tormentas en suave brisa marina, se trate de las negociaciones con ETA, de espías traidores, de la balanza de pagos o de los conflictos entre los medios de comunicación y la Corona.

He asistido a decenas de comparecencias de presidentes del Gobierno en ruedas de prensa como la que este viernes protagonizó Zapatero en La Moncloa. Me temo que yo era uno de los periodistas más veteranos allá; de hecho, me desplacé hasta La Moncloa tras escribir una especie de responso por Gabriel Cisneros, uno de los supervivientes de la transición que aún llevaba las botas puestas y a quien conocí de largo. Así que supongo que Zapatero, a quien importan mucho estas cosas de la edad, me verá como una especie de hombre de Neandertal, con la lanza-bolígrafo y el escudo-bloc de notas, sentado en la muy gris sala de prensa del portavoz en Moncloa. Imagino que le divierten las preguntas de los nuevos, urgidos siempre por la actualidad, y las de los viejos, que muchas veces andan con esa retranca que odian los políticos que ejercen el poder.

Pero el Hombre Vestido de Candidato Americano está impasible ante novatos y carcamales: tiene la frase tranquilizadora para toda ocasión, domina la escena como nadie, tiene una respuesta de la que ni Walter Lipmann sacaría un titular para cada pregunta más o menos molesta, que tampoco es para tanto; no le hacemos preguntas verdaderamente incómodas, entre otras cosas porque lo de este viernes era una rueda de prensa y no una entrevista en profundidad, de esas en las que los periodistas repreguntan cuando, como fue el caso ayer en La Moncloa, no se quedan satisfechos con algunas respuestas. Por ejemplo, por qué se autorizó esa extrañísima rueda de prensa del director del CNI. O cómo anda la negociación (por llegar) con ETA. O lo de Navarra, o…

En resumen: que Zapatero no remata, pero mata, las preguntas que se le hacen. Ha adquirido una sabiduría que otros tardaron bastante más en incorporar a sus haberes. Ya no es el encantador de serpientes, pero sí el hombre que te hace dormitar confiado, arrullando que todo va bien, que estamos en el mejor de los mundos posibles y que, si tiene usted dudas, compare con lo que había antes. Lo dicho: Moraleda, convéncele para que salga más a escena.

 

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