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Defendiendo la plaza

lunes 06 de agosto de 2007, 17:44h
Hasta nuestro máximo colaborador recomendado se ha ido de vacaciones. Pero nos ha dejado a su sustituto. A Damián, su fiel servidor. Él conoce mejor que nadie cómo es y cómo piensa su señor. Aparte de que, siendo hombre cultivado, amén de culto, también siente hambre de notoriedad. Por menos los hay que ocupan un sillón en la Real Academia de la Lengua. 

Es de bien nacidos el ser agradecidos. Y yo lo soy. Porque la emoción me embarga a la hora de sustituir a Don Tito en esta especie de apostolado periodístico que ejerce vamos a decir que con magistral destreza. Nada del otro jueves, porque hay que ver cómo escriben, hablan y actúan quienes están instalados en la crème de la crême sociofinanciera, pero reconozco que el señor está bastante por encima de la media y que, incluso, suele ser habitualmente ingenioso.

“Damián –me dijo el viernes pasado—que me voy a Suiza y no voy a necesitarte durante cuatro semanas. O sea, que defiendas bien la plaza”. Ni siquiera accedió a darme instrucciones: “sé tú mismo, Damián, hijo que ya eres mayorcito”, me espetó cuando me interesé por la forma de abordar este artículo casi diario. Y tras hacerle el equipaje y colocarle adecuadamente ordenadas sus corbatas, aquí me tienen, en función sustituta.

Esto lleva aparejadas algunas ventajas nada baladíes: el uso del Lamborghini, por ejemplo. O el seguir utilizando parte del impecable guardarropa de Don Tito, que para algo me obligó por contrato a tener siempre sus mismas dimensiones anatómicas, para no tener que sufrir al sastre y al camisero tomando medidas.

Sic rebus stantibus, o sea, puestas así las cosas, me tengo que enfrentar a los retos de la diaria actualidad. Por ejemplo, las tan comentadas declaraciones de doña Rosa Regàs, directora –espero que sea por muchos años, aunque soy bastante pesimista al respecto—de la Biblioteca Nacional. La dama dice que no lee la prensa porque está toda en contra de los grandes logros sociales que, día a día, mes a mes, nos ofrece este Gobierno. Incluso, doña Rosa se alegra muchísimo de que haya bajado la venta de periódicos en España. Aunque por lo general soy persona morigerada y discreta, a la par que austera, necesité reponerme con una copa del  excelente cognac hors d’âge de la bodega del señor. Y no hay para menos... Que la encargada –mientras el nuevo ministro de Cultura y excelente poeta don César Antonio Molina no disponga lo contrario—de fomentar la lectura entre los españoles se declara en contra de la prensa escrita no deja de ser preocupante. De todos es conocido que “donde hay un periódico, mañana habrá un libro”. Pues parece que no. Al menos para la señora Regàs, poco partidaria de las salas públicas de hemeroteca.

Claro qu este tema ha dado poquísimo juego en las tertulias radiofónicas, incluso en las afines al Gobierno. Que por lo visto lo que ahora está de moda es Navarra, el Viejo y Antiguo Reyno, hoy Comunidad Foral. Y uno que se creía que, regatas de vela aparte, el interés se repartía por un igual entre las evoluciones náutico recreativas de SS.MM. los Reyes de España y la Real Familia, y los conciertos más o menos multitudinarios de un Alejandro Sanz que ha sido apertura en los telediarios...  Porque, la parte musical del Loveball barcelonés, como que ha sido un semifracaso. El que, durante una semana, unos 32.000 gays y lesbianas de medio mundo estuviesen pululando por la capital catalana, se queda en pura anécdota. Algo más de tres decenas de miles de personas yendo a su particular querencia erótico-festiva podría ser noticia en Almendralejo (Badajoz) pero no en una ciudad como Barcelona que compite en densidad de población (me temo que también en cuanto a calidad de transporte y servicios públicos) con Calcuta. De hecho, entre la clase media se ha puesto e moda el ir a darse un garbeo por el llamado Gay-Eixample, en pleno y cuadriculado corazón de la urbe barcelonesa. Algo así como el madrileño barrio de Chueca, pero con acento catalán.

Total, que aquí me tienen. Damián Figuerola, para servirles, que es mi oficio. Pendiente de los medios y guardando las formas algo mejor que Iñaki Anasagasti. Que tampoco es tan difícil.

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