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Las cabinas

martes 12 de diciembre de 2006, 13:01h

Por fin una buena noticia, aunque, como casi siempre, un poco tarde. El Ministerio de Industria ha puesto una multa de 48.000 euros a Telefónica porque sus teléfonos en la vía pública, las famosas cabinas, no devuelven el cambio exacto. Te indican lo que cuesta una llamada, pero si no metes el dinero exacto o en monedas pequeñas, se queda con todo lo que sobra. Peor aún, si metes una moneda de un euro y tres de diez, la máquina se cobra primero de la moneda grande y sólo cuando se acaba el crédito cobra de las pequeñas, cuando debería ser al revés. O se traga la única moneda que tienes y te deja sin poder hablar. La multa es simbólica porque sólo se refiere sólo a 16 cabinas y por cada una incorrecta se ponen 3.000 euros de multa, pero en España hay unas 65.000 y la sanción podría haber sido salvaje y, como tal, injusta. Pero lo cierto es que, muchas veces, como no tienes cambio, metes un euro, haces una llamada que cuesta una cuarta parte o la mitad y la cabina –bueno, la cabina, no, Telefónica- se queda con todo lo que sobra. Eso, o aprovechas para llamar a tu madre, a la tía Pilar o a tu amigo Luis, allá en Cartagena, al menos para que nadie se quede con tu dinero a cambio de nada.

Lo importante no es eso. El Ministerio de Industria obliga también a Telefónica a revisar todas las cabinas públicas y a dotarlas de medios para que devuelvan el cambio exacto. Y eso ha sido gracias a la constancia de un ciudadano tenaz que no ha parado hasta conseguir que se repare una injusticia. Estamos hablando de mucho dinero diario, aunque a cada ciudadano que llama sólo le quiten unos céntimos, pero, sobre todo, estamos hablando de un derecho. Eso sí, Industria, Interior o quien corresponda, deberían perseguir con el mismo interés a todos los vándalos que diariamente rompen infinidad de cabinas por el puro placer de destrozar lo que es de todos o para intentar llevarse la recaudación. Telefónica merece ser indemnizada por ese daño, porque ese es, también, un gasto que tiene que hacer para atender un servicio público de interés para todos.

Otro tanto podríamos decir de los parquímetros en las ciudades. Aquí no te cobran de más, pero tienes que meter el dinero exacto y si tienes una moneda de dos euros y el máximo es 1,80, o buscas el cambio donde sea y a la hora que sea, o te vas sin poder aparcar o te multan. Y si pides una tarjeta a los vigilantes, nunca llevan. Todo son “facilidades” para el usuario, como si nos estuvieran haciendo un favor. El derecho del ciudadano debe ser siempre la primera preocupación de quienes están obligados a dar un servicio público.

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