Otra Rosa también se va con espinas
miércoles 29 de agosto de 2007, 14:29h
Esto empieza a ser como un éxodo de rosas en el partido del puño y las ídem. Titulábamos nuestro editorial de ayer que “Rosa se va con espinas”. Hoy podríamos insistir en el mismo titular. Nos referíamos ayer a Rosa Regás, y a su dimisión. Decíamos que el ministro, de nombre de cantaor flamenco, o de dinastía de torero, ha aceptado encantado lo que ya estaba anunciado: la dimisión de Rosa Regás como directora de la Biblioteca Nacional. Se va, altanera (este viernes se oficializa su adiós), alegando que el ministro la ha ofendido, diciéndole que en tres años en el ejerció del cargo no ha hecho nada más que crear problemas.
La verdad, decíamos, es que el ministro tiene razón, y que doña Rosa, una intelectual libre y díscola, sectaria e intratable, no tenía que dimitir porque se llevase mejor o peor con su jefe, sino porque se le han ‘distraído’ dos valiosos manuscritos que ella no supo guardar de la acción de los cacos. O tenía que haberse marchado porque su talante no es el del Gobierno (o el que debería ser el del Gobierno). O porque insultó gratuítamente a los trabajadores de la Biblioteca Nacional. O porque enfadaba a la gente. O porque agraviaba a los periodistas que no pensaban como ella. O porque decía lo que pensaba sin pensar en lo que decía.
El caso es que se fue doña Rosa y, a las pocas horas, nos anuncian que otra Rosa, que también dice lo que piensa,l aunque puede que piense algo más en lo que dice, se va: esta vez es Rosa Díez, eurodiputada del PSOE, que deja el partido con el que lleva ya más de una Legislatura de desavenencias. Nos parece lógico que se marche: ya nada la unía al partido en el que tantos años militó con bravura, excepto una difusa idea compartida de estar en el lado izquierdo del tapete. Pero no vamos a darle la razón exclusivamente a ella, como están haciendo en estas horas tantos comentaristas más o menos posicionados contra el Gobierno de Zapatero; Rosa Díez hace muy bien en gritar sus opiniones, estén a favor o en contra –más bien esto último, claro, es lo que sucede—de las de su teórico jefe político Patxi López. Lo único que nos parece, sin entrar en el fondo de si tiene o no razón doña Rosa (Díez), es que debería haberse marchado mucho antes. Lo mismo que Rosa (Regás). Aunque por razones muy distintas.
A ambas las aplaudimos por marcharse. Pero a la segunda, coherente con sus ideas, la aplaudimos un poco más, aunque creamos que no está del todo acertada en las ideas que ahora predica, de una mayor radicalidad en el proceso contra el terrorismo.
Y es que los partidos no admiten voces (excesivamente) personales ni en la Administración caben altos cargos que creen que todo les es debido. Así son las cosas en el mundo de la cosa pública, qué le vamos a hacer.