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No hubo representación española

Aplausos y abucheos en el funeral de Pinochet

Aplausos y abucheos en el funeral de Pinochet

martes 12 de diciembre de 2006, 17:17h
La misa fúnebre celebrada en Santiago de Chile en memoria del ex dictador Augusto Pinochet, fallecido el pasado domingo finalizó con aplausos para el ex dictador. La ceremonia realizada en el Patio Alpatacal de la Escuela Militar de Santiago de Chile contó con la asistencia de la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, quien, vestida de blanco, fue recibida con abucheos.

Pinochet, de 91 años, a quien el Gobierno de la médico socialista Michelle Bachelet le denegó un funeral de Estado, fue despedido en medio de una misa oficiada por el obispo general castrense, Juan Barros, y en la que se alabaron las condiciones de estadista, gobernante y soldado del ex general golpista.

   Tras una ceremonia en la que hubo seis discursos, abucheos para la ministra de Defensa, única representante del Gobierno, y sucesivos aplausos para quien, según los asistentes, liberó a Chile del marxismo al liderar el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el ataúd de Pinochet fue trasladado hasta la localidad costera de Concón, a 140 kilómetros de Santiago, donde, a esta hora, las nueve de la noche en España peninsular, 17 horas en Santiago, comenzó el proceso de 180 minutos en el cinerario del cementerio Parque del Mar, durante el cadáver del anciano militar quedará reducido a cenizas, las que serán entregadas a la familia en un acto privado, durante esta semana.

   Mientras más de cuatro mil personas despedían a Pinochet con pañuelos blancos y vítores en la Escuela Militar y otras seis mil hacían lo mismo en las afueras del recinto, unos mil chilenos detractores del ex dictador rendían, a la misma hora, un homenaje al derrocado Presidente Salvador Allende, quemando imágenes del ex general golpista y exigiendo que, a pesar de su muerte, los juicios por derechos humanos sigan su curso.

Abucheos y aplausos

   La ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, soportó estoicamente los abucheos e insultos que la concurrencia le otorgó cuando llegó a la misa. Sólo las conciliadoras palabras del obispo castrense lograron acallar a los manifestantes, quienes pedían "que se vaya la ministra", única representante de La Moneda.

   Previo a la ceremonia, Blanlot, hija de militares, había saludado privadamente a la viuda, Lucía Hiriart, a quien entregó su pésame.

Los aplausos se escucharon varias veces. Sobre todo cuando los oradores tras la misa: tres nietos de Pinochet; la hija mayor, Lucía; dos ex colaboradores y el comandante en jefe del Ejército, general Óscar Izurieta, hablaron del papel como gobernante del ex dictador.

   Sus nietos apelaron a la emotividad y dijeron que llevarán con orgullo el apellido de su abuelo, mientras sus ex colaboradores aseguraron que Pinochet fue un estadista que amó a su patria.

Lucía Pinochet Hiriart criticó a la prensa internacional por los "epítetos" proferidos contra su padre, mientras el jefe del Ejército valoró la gestión de Pinochet como presidente y dijo que la historia juzgará su labor al mando del país, al tiempo que resaltó que, en su opinión, nunca eludió a la justicia y solidarizó con el dolor de las víctimas.

Honores militares

   El ataúd de Pinochet permaneció siempre cubierto con una bandera chilena, la que le fue entregada, al término de la ceremonia, a la viuda Lucía Hiriart, que cumplió 84 años justo el día en que murió su esposo.

   Vestida de negro, con anteojos para el sol y con rostro acongojado, resistió la larga ceremonia bajo una sombrilla, sentada la mayor parte del tiempo y bebiendo varios vasos de agua.

   Tras la misa funeral, vinieron los honores militares. Una carroza con dos caballos recibió, de los brazos de ocho cadetes, el féretro, el que fue seguido por un caballo sin jinete, para simbolizar la ausencia del fallecido.

   Después de los cañonazos de salva, Pinochet pasó en la carroza al helicóptero "Puma" del Ejército, que lo llevó a Concón, en la costa cercana a Santiago, donde esta noche está siendo incinerado, como pidió en vida, para terminar en cenizas, en un ánfora que será llevada a su hacienda, "Los Boldos", donde su tumba no podrá ser profanada.

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