El tatu de ZP

Me he pasado todo el verano intentando ver alguna foto de Rodríguez en bañador, pero no sólo no he conseguido verle las piernas desnudas sino tampoco los brazos, que era lo que realmente me provocaban curiosidad.

El Presidente siempre iba con su santa, cogido de la mano, pero con camisa de manga larga y así no había manera de descubrir si era cierto que se había hecho un tatuaje, como los grandes ídolos de masas.

Antes, llevar un tatuaje era una horterada propia de macarras, legionarios o gente de mal vivir. Que se sepa sólo se saltaron esa norma y exhibieron sus tatuajes, sin ningún tipo de complejos, personajes como Churchill, Edison y Juan de Borbón. El padre del Rey  se tatuó el brazo derecho en Singapur cuando era teniente de navío, en el crucero inglés Enterprise, y ya se sabe lo que ocurre cuando los marinos recalan en un puerto.

Hoy, en cambio, llevar un tatuaje es inherente a la condición de artista de éxito: Beckham, Alejandro Sanz, Bono – ¡por supuesto el cantante!–  los llevan y los exhiben, y nadie les llama macarras aunque lo sean. Además tatuarse es un símbolo de gente de izquierda. No me imagino a Rajoy, ni a Fraga, ni a Acebes luciendo un tatuaje, en cambio a los progres sí les pega.

Lo importante es elegir bien el dibujo, pero sobre todo la frase, porque si cambias de opinión la has cagado de por vida.

Por eso tengo ganas de verle el tatuaje al inquilino de la Moncloa, que si no se lo ha hecho debería hacérselo ya, porque reúne todas las condiciones que serian exigibles: es líder de masas, es joven, es de izquierda, se la suda lo importante, y le pone mucho decir chorradas.

Ha regresado de sus vacaciones prometiendo más rebajas y oportunidades que el propio Ramón Areces, y luego se ha quedado en su paz porque está convencido de que gobierna a un país de amnésicos.

Insisto: tengo una curiosidad enfermiza por saber qué pone el tatu de Rodríguez, pero seguro que dice : “lo que sea” y luego…for ever.

El problema es que le puede ocurrir lo que al tal Pipi Estrada, que no sabe cómo borrase las mentiras que se tatuó en el brazo.