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Una selección de la que sentirse orgullosos

lunes 03 de septiembre de 2007, 10:44h

Algunos deportes de equipo de gran seguimiento para los aficionados españoles llevan varios años dándonos alegrías en forma de títulos. Pero quizás ninguno con el calado social que el baloncesto, ya que el campeonato del mundo conquistado hace un año fue una guinda que tuvo como denominador común una serie de factores que nos engancharon y nos hicieron sentirnos orgullosísimos de que los jugadores, y el seleccionador, nos representaran. Pocas veces un grupo de deportistas profesionales de élite ha sido tan popular y tan querido como la Selección de baloncesto, que ahora con idénticos mimbres afronta otra cita trascendente: el Europeo.

Por eso en el prólogo de su inicio, además con el tirón de que la competición se dispute en nuestro país, es justo y necesario proclamarlo, es nuestro deber y salvación. Lo del orgullo, digo/escribo. Porque, aunque los Gasol- Pau y Marc-, Calderón, Reyes, Cabezas, Mumbrú, ‘la bomba’ Navarro, Jiménez etc. no alcanzaran el título, para el que son los máximos favoritos, seguro que no nos defraudan, seguro que volvemos a sentirnos orgullosos de ellos. Porque, cual han demostrado tras el Mundial y en la fase preparatoria del Europeo -25 partidos llevan invictos, 25, todo un récord que para sí quisieran escuadras de cualquier otro país de los grandes en el deporte de la canasta-, sus armas son las mismas.

O sea, capacidad de lucha, de entrega a tope, de sudar la camiseta, de sentir los colores, de saber que nos representan, de camaradería y amistad entre ellos –dentro y fuera de la cancha-. Y, claro, en lo estrictamente baloncestístico un juego espectacular, de ataque, nada especulativo, merced a la sabia varita con que los dirige el que quizás sea el máximo ‘culpable’ de todo: el seleccionador Pepu Hernández, que como sus pupilos aúna en su persona todo lo anterior y, también como ellos, con el denominador común de la humildad y el antidivismo a la hora de los contactos con la gente y con la prensa. ¡En todos unos campeones del mundo!

Y, claro, uno se acuerda de los futbolistas internacionales absolutos –que los de categorías inferiores, como ahora los sub’17, ya semifinalistas del Mundial, son distintos- y la comparación es inevitable. No sólo nunca ganan nada, no sólo nos abochornan en muchos partidos por su falta de lucha y compromiso con la camiseta, no sólo únicamente ofrecen disgustos a la afición, no sólo… sino que además son unos divos, unos niñatos consentidos y creídos –no se sabe de qué- que muchas veces dan asco. De modo que creo coincidir con el sentir mayoritario de los españoles en este día previo al comienzo del Mundial: vivan ‘los chicos de oro’ -léase jugadores y entrenador de la Selección-. Y suerte.
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