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¿Dos medios? Ningún entero

¿Dos medios? Ningún entero

jueves 06 de septiembre de 2007, 00:40h

Di/visiones. Con esa candidez que le caracteriza (tontería dice Abril pero me parece un exceso), el sin-cerote alcalde de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Percy Fernández, acaba de perpetrar, con sobrada solemnidad, otra de sus simpáticas ocurrencias: “hacer dos naciones en Bolivia”. El supuesto es simple. Ante la imposibilidad de una sana coexistencia como nación única-unitaria, el remedio radica en separar las aguas. No podemos convivir juntos, ergo, moremos separados. En un lado, la nación del Oriente; en el otro, la de Occidente. ¿Fácil, no? Percy, admitámoslo, es un genio.

Pero no quiero ocuparme aquí de la rediviva e inconclusa discusión acerca de “las dos Bolivias”, cuya versión radical contrapone la nación Camba, en clave regional, y la nación Aymara, en registro étnico-cultural (ya una Miss Bolivia y el Mallku, respectivamente, detonaron el asunto). Lo que realmente me preocupa, como ciudadano, es que tales miradas de país, en apariencia irreconciliables, dominan las noticias nuestras de cada día. ¿No lo cree? Vea usted los tele-diarios (sin llorar, sin llorar) y tendrá enfoques no sólo diferentes sino terriblemente distintos/distantes sobre “la realidad nacional”.

Le propongo un juego, dilecto homo videns. Una de estas noches haga zapping entre las imágenes que tienen-difunden Unitel y Canal 7. Triple contra sencillo que, con apego a la (sub)información, el resultado del experimento será la esquizofrenia. Sobran ejemplos (unos más groseros que otros) pero a guisa de evidencia recordemos uno ya clásico. El  dato: Presidente asiste a un evento en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Titulares: “Evo es apedreado por los universitarios” (Unitel) / “Evo es aplaudido por los universitarios” (Canal 7). ¿Cómo se digiere semejante contradicción?

Dirá usted, (e)lector, que la oferta noticiosa en la televisión es lo suficientemente amplia y diversa como para enterarse de los hechos y formar un criterio razonable al respecto. Después de todo, dificultades e insomnios aparte, al final de la jornada “el promedio” de la verdad mediática puede darnos una buena aproximación sobre la verdad auténtica, etcétera. Tengo mis serias dudas. Lo que resulta innegable, como demuestran algunos estudios, es que en la agenda informativa y de opinión de los medios abundan sesgos con vocación de pensamiento único. Hay deformación. E intereses.

¿Qué hacer? Lo más saludable, ciudadanos, como dicen los que saben, sería apagar la televisión y encender un libro. Así estaríamos mejor formados y sin complicaciones hepáticas. ¿Y nuestra necesidad-sed de noticias? ¿Cómo la satisfacemos con algo de certidumbre? Aquí viene la opción múltiple: varios canales, muchas radios, todos los periódicos… Qué difícil. ¿Y nuestros derechos a la información y la comunicación? Sospecho que habitan, y por lo tanto habremos de encontrarlos/construirlos, “más allá de los medios”: con diálogo, deliberación y acción colectiva en el espacio público. Lo otro, eso, es ruido.


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