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¿Hasta cuando la impunidad?

¿Hasta cuando la impunidad?

domingo 09 de septiembre de 2007, 13:47h
No exacerbar los sentimientos que puedan erosionar la convivencia entre los españoles de todas las esquinas del mapa es algo a lo que cualquier demócrata consciente debe contribuir, pero cada vez más demócratas conscientes de todas las esquinas del mapa empezamos a estar más que hartos de poner la otra mejilla ante las ofensas que día sí y día también infieren los nacionalistas radicales a los símbolos y a las instituciones nacionales. Especialmente de que, por un mal entendimiento de lo que es la tolerancia o por las conveniencias partidarias del Gobierno de la Nación, a los intolerantes sus bravatas les salgan 'gratis total'. Lo ocurrido en la localidad guipuzcoana de Lizarza es solo el último ejemplo. La bandera nacional, que la alcaldesa popular ordenó izar el viernes tal como manda la legislación vigente, apareció el sábado tapada por un cartelón en el que, sobre el dibujo de una ikurriña, podía leerse 'Geurea', que en castellano significa 'la nuestra'.

   Más grave, sin embargo, que el ataque a los símbolos es el ataque a las personas, y así lo tipifica la ley Penal. Pero, cuando esta valiente alcaldesa acudió el sábado a la misa de las fiestas patronales, una treintena de 'abertzales' apostados a las puertas del templo la acosaron al grito de "ladrona", "franquista", "fuera de aquí", "largo" o "déjanos en paz" sin que, cuando escribo, haya noticia de que el fuerte dispositivo de la Ertzaintza que la protegía hiciera algo por evitarlo, tratase de identificar a los acosadores, o efectuase alguna detención; cosas, las tres, a las que están obligados por ley. Y, aunque por no 'provocar', Doña Regina se sentó en los bancos de atrás en vez de en el lugar preeminente que como alcaldesa le corresponde, dentro del templo continuaron los insultos sin que, cuando escribo, haya noticia de que el señor cura llamase por lo menos a guardar la compostura exigible en un lugar sagrado a su montaraz grey.

   Lo que sí cuentan las crónicas es que, acabada la misa, y a pesar de que doña Regina Otaola hizo otra vez gala de prudencia y salió la última del templo, los insultos volvieron a repetirse mientras su 'escolta' se limitaba a acompañarla al coche oficial, y que de allí se fue, no a su casa a celebrar con los suyos el día del patrón, sino a presentar una denuncia contra un simpatizante de ANV que llegó a amenazarla de muerte durante la izada de las banderas. Tras destacar "el valor" y la "legitimidad" de la alcaldesa, el secretario general del PSE-EE guipuzcoano, Miguel Buen, consideró "intolerable" lo sucedido. Está muy bien porque, lo es; pero, ¿qué más? Si esto es intolerable, ¿por qué lo tolera el Gobierno?

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