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Carlos Carnicero

Madeleine

Madeleine

lunes 17 de septiembre de 2007, 07:35h
Lo único que podemos desear es que lo que parece que sucedió, termine por no ser cierto. El resto es un compás de espera para que la policía portuguesa y las autoridades británicas hagan su trabajo.

Lo ocurrido alrededor de la desaparición de la niña inglesa debiera ser una lección de futuro sobre los medios de comunicación en la sociedad globalizada. La aventura humana de buscar a una niña desaparecida se ha convertido en un formidable circo mediático como si se tratara de un acontecimiento mundial: jefes de prensa, páginas de Internet de la familia, visitas al papa, seguimiento instantáneo de la noticias... ¿Cómo controlar y encauzar la enorme fuerza que tienen hoy los medios de comunicación para que las tragedias no se conviertan en negocio y en fórmulas de entretenimiento?

Ahora necesitamos esclarecer lo ocurrido pero los medios de comunicación no tienen paciencia para acompasar sus publicaciones al conocimiento oficial de los hechos a su publicación porque la justicia y la policía tienen o debieran tener cautelas para garantizar la objetividad de sus acusaciones, los derechos de defensa y las garantías procesales.

Averiguar lo ocurrido es una necesidad para establecer un diagnostico sobre los padres de Madeleine. Si de ninguna manera están complicados en la desaparición de su hija, su calvario es múltiple: por la pérdida de su hija y por la afrenta pública de la acusación sin fundamento. Si han encubierto lo que ocurrió, su castigo debiera ser ejemplar no solo por las responsabilidades penales de lo que pudieran haber hecho sino por la utilización mediática de esa tragedia y por las consecuencias que para futuras víctimas pudieran tener su comportamiento.

Mientras averiguamos lo que ocurrió procede ser prudente y confiar en que lo que empieza a parecer que sucedió no termine por confirmarse.

:: Carlos Carnicero.
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