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Palabras para Loyola

viernes 15 de diciembre de 2006, 11:15h

   En España sabemos enterrar a nuestros muertos. Basta morirse para que quienes hasta ayer eran enemigos y te negaban el pan y la sal se deshagan en elogios. Loyola de Palacios no ha sido una excepción.

Por eso me cuesta escribir estas líneas sobre Loyola de Palacios, por temor a que mis palabras se confundan con las muchas que de manera rutinaria se dicen en estas ocasiones. Aún así quiero dejar testimonio de mi afecto sincero por Loyola y también mi admiración por ella. A Loyola nadie le regaló nada. Construyó su carrera política sobre su talento, inteligencia y fuerza de voluntad. Si algo era Loyola, era terca, muy terca, y exigente, también era exigente, sobre todo consigo misma. Pero sobre todo quiero destacar su honradez intelectual.

   Fue una buena ministra de Agricultura pero aún fue mejor comisaria y Vicepresidenta de la Unión Europea, fue en ese cargo donde Loyola de Palacios desplegó todo su buen hacer, toda su energía, toda su inteligencia. Cuando Loyola de Palacios terminó su mandato en la Unión Europea y regreso a España su partido, sí, el PP, le dio la espalda. No contaron con ella, no la hicieron un hueco en la nueva etapa, y no lo hicieron los mismos que hoy ponen gesto contrito por su desaparición. A Loyola la hizo de lado su partido, creyendo los nuevos dirigentes que podía pasar de su experiencia y buen hacer. No quisieron contar con ella, y a ella le dolió en el alma encontrarse las puertas cerradas de su partido, por el que tanto había peleado y al que había representado orgullosa.

   A Loyola la hirieron injustamente, aunque ella jamás hizo un reproche público y una vez que vio que nada querían saber de ella, hizo mutis y organizó su vida en el sector privado. No le debió resultar fácil, puesto que a ella le apasionaba la política y había venido dedicando los mejores años de su vida y de ella misma precisamente a la política. Pero ya digo que cuando se le preguntaba por la actitud de su partido lo más que hacia era encogerse de hombros y esbozar una sonrisa evitando dejarse llevar por la amargura.

   Todos cuantos la hemos conocido sabemos que Loyola ha luchado hasta el final, porque ella siempre plantaba cara a los problemas por grandes que éstos fueras. Fue una gran mujer, y una buena persona. Descanse en paz.

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