El final del proceso

   La sinceridad de Pernando Barrena contrasta con su imposibilidad de hacerse escuchar. ETA, él, Arnaldo Otegui y la tozuda consistencia de los hechos certifican desde hace tiempo que no hay sintonía entre lo que el Gobierno ofrece y lo que ETA y sus vicarios pretenden. Intentar evitar esta realidades un empeño baldío cuyo desenlace ha anunciado  macabramente el exdirigente de Batasuna Txema Montero en forma de ruptura de la tregua y retorno a la utilización de la más concreta violencia como son los atentados con víctimas mortales.

   En su comparecencia de ayer, el dirigente de Batasuna ha dicho literalmente que "no se va a dar una solución que no tenga como ejes la territorialidad y el derecho a decidir". La rotundidad no tiene matices y choca frontalmente con la resolución con la que el Congreso de los Diputados.

   La partida puede permanecer interrumpida en espera de cual de los dos jugadores pega un puñetazo al tablero. Lo importante sería que una vez constatado que no hay nada que hacer, el Gobierno y el PP tuvieran ambos la grandeza de encontrar una formula para ponerse de acuerdo en la forma en que se gestiona el final de esta esperanza.