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Ecuatorianos votan en un ambiente colorido y gastronómico

Ecuatorianos votan en un ambiente colorido y gastronómico

domingo 30 de septiembre de 2007, 22:58h
Vendedores ambulantes ecuatorianos ofrecen productos tradicionales como fritada, hornado, mote, chochos y obos en los recintos electorales de Quito (Ecuador).
Un "ejército" de vendedores callejeros acudió hoy a los recintos electorales de Ecuador para ofrecer a los votantes carnes y otros platos tradicionales, lo que le daba un toque de fiesta a los comicios para escoger a los 130 miembros de la Asamblea Constituyente.
Juana Canga, apostada en una esquina de la Escuela "Espejo", adecuado como recinto electoral en el centro de Quito, ofrecía hornado (carne de cerdo), acompañado de tortillas de patata, lechuga y "agrio" (zumo de limón y azúcar con cebolla), a tres dólares el plato.
"Para que vote bien", señalaba Juana al ofrecer los platos, mientras se apuraba en atender a varios clientes, que aprovecharon el día para saborear el tradicional hornado.
A pocos metros de allí, una campesina ofrecía "mote con fritada", maíz cocido y trozos de cerdo fritos, a un dólar o cincuenta centavos, en pequeñas fundas de plástico.
No faltaron, tampoco, mujeres con canastos de mimbre bajo el brazo, en los que llevaban los "chochos con chulpi", que son altramuces acompañados con maíz tostado, adobado con curtido de cebolla, tomate y cilantro.
En una vieja carreta, cubierta con un maltrecho toldo de plástico, otro vendedor ofrecía obos con sal, una especie de ciruela agridulce.
Asimismo, cerca de los puestos de votación se apreciaban puestos de comida diferente a la tradicional andina, sobre todo "encebollados" de pescado cocido y ceviches de camarón o conchas.
En medio de las ventas ambulantes, ubicadas en los accesos a los colegios electorales, deambulaban también muchas personas que ofrecían cubiertas de plástico para proteger los certificados de votación que los electores recogían luego de depositar el voto.
Los baratillos callejeros también ofrecían juguetes, caramelos y cromos de álbumes para los niños que acompañaban a sus padres a votar.
La amalgama de sabores y colores en que se convirtió la jornada electoral era vigilada por policías que se entremezclaron con los vendedores para controlarlos y para, cómo no, degustar un platillo.
Contra el intenso y algo desordenado movimiento que se registraba en las calles, en el interior de los recintos electorales se veía correr a algunas personas, aunque mantenían el orden para votar.
Las juntas de recepción de votos, perfectamente alienadas y numeradas, recibían a los electores de forma ordenada, uno a uno, bajo la vigilancia de militares armados.
Unos 9,3 millones de ecuatorianos están facultados para elegir a los 130 representantes que integrarán una Asamblea Constituyente de plenos poderes, que redactará una nueva Carta Magna en Ecuador.
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