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Nos ha tocado el 20

miércoles 21 de septiembre de 2011, 09:04h
Nos ha tocado el 20, jefe Jáuregui, y es hora en este 20S de hacerse un lavado de  cara, un peeling, estirarse la piel, tapar como sea esas arrugas que nos hacían viejos pero no sabios. Esta casa de los "críticos digitales" en la que tantas veces me dais refugio cambia la fachada, reconstruye con otros materiales más sostenibles y multimedias, tapa grietas, extiende capas de  pintura sobre las paredes, exhibe otros colores, todo para colgar sobre ellas más y mejores noticias, nuevos y atinados comentarios, diferentes y excitantes debates. Entiendo que el objetivo y el entusiasmo sigue siendo el mismo: seguir dando la batalla por la información. Habrá que aprovechar el remozado que inicia hoy este periódico, esta  nueva colección otoño- invierno más fashion,  para   coger tono muscular. Aguardan más esfuerzos, ya que los antiguos han servido para llegar hasta aquí pero en adelante no valdrán de nada si no queremos convertirnos en estatuas de sal, tan inamovibles como el pasado. (Un pasado más que honroso, por cierto, con todo lo que está cayendo; podéis estar orgullosos). En dos meses se nos viene encima el 20N como si fuera el primer día del resto de nuestras vidas. Y salga lo que salga -que no parece muy difícil de aventurar del todo- habrá que emprender y exigir hábitos más saludables de hacer política, negocios, convivencia o comunicación porque los de siempre están obsoletos y han llevado a todo el país a la quiebra más absoluta de un modelo agotado, parido hace ya tanto tiempo como el que hace que empezó la transición. ¿Te acuerdas cuando entre todos inventaron el consenso para hacer frente a un futuro absolutamente incierto y ante el que solo se nos ocurría unirnos como una piña para que nadie se quedara descolgado? ¡Para haberse matado! Bien pues vayámonos al superveinte, el 2020, en el que nos daremos de bruces con otro futuro aún mucho más inescrutable que el que oteábamos con entusiasmo, aunque con el miedo calando hasta los huesos, aquella generación inexperta y desorientada que allá por 1978 se movía, eso sí,  con la seguridad de que casi cada día se estaba haciendo historia.

Esta casa y los colegas de MasActual han puesto en marcha un formidable esfuerzo de prospección ante esa cita redonda de final de la segunda década del siglo. Parece difícil poner más talento a debate - aunque, como en todo, algunos vayamos de relleno-, reunir a gente más relevante a discutir y a aventurar cómo ser capaces de poner las nuevas tecnologías y las enseñanzas de esta maldita crisis de nunca acabar al servicio de una nueva sociedad, de otra economía, de otra relaciones entre los ciudadanos y la política, de un mayor número de empleados, de unos mercados de capitales menos voraces y justicieros, de una información más auténtica e interesante, de otra justicia, de más educación, de mejor sanidad...

Pasen y lean brillantes análisis, sesudas reflexiones, pronósticos bien fundados. Pero que nadie espere en este 20S, ni en el 20N que viene, profecías o respuestas claras de oráculo alguno. Hay que contentarse con que sean aportaciones que sirvan para ir encontrando respuestas de futuro. Porque hoy en día resulta difícil saber que hemos hecho con los legados de tanto premio Nobel, investigador o eminencia mundial o si será que no les hicimos caso a tiempo. Pero esta crisis económica, política y social que está cambiando el mundo y el país nadie la vio venir ni sabe nadie como saldremos de ella. Al igual que los analistas internacionales ni se olieron los comienzos de la llamada primavera árabe ni idea tienen de cómo puede acabar. Aquí mismo y ante nuestra propias narices se gestó la revuelta del 15M sin que nadie se lo oliera. Hay millones y millones de personas por todo el mundo moviéndose sin parar y sin que nadie parezca enterarse, en plena revolución de costumbres y de ideas  mueve y sufre que busca y exige  soluciones ante este caos. Nadie sabe nada  o si lo sabe parece que no nos sirve para detener este baile de sonámbulos en el que estamos metidos y en el que no podemos ni parar. Tenemos la gente más preparada que nunca ha existido, más presidentes que nunca de bancos centrales, eurogrupos, FMI, Unión Europea, Banco Mundial, relevantes responsables e integrantes de gesietes, geveintes, ECOFIN... Pero cada vez que se reúnen o que Trichet, Lagarde, Van Rompuy, Oli Rehn, Obama, Sarkozy, Zapatero, Merkel o cualquiera otra eminencia hacen declaraciones las bolsas se desploman, se disparan las primas de riesgo y más millones de ciudadanos, sean griegos, portugueses, irlandeses, italianos o españoles deben echarse a temblar por el futuro de sus empleos, los que aún los tengan, o por el porvenir de las  asistencias  sociales que aún disfrutan. Las conquistas solidarias que tanto costaron y que hicieron crecer a todo Occidente están en riesgo de demolición en todas partes y también aquí. Dicen que no hay dinero para mantener este Estado del bienestar -ese que solo a medias tenemos en España- y la "Tea Party" Esperanza Aguirre ya anuncia que hay que plantearse recortar años o niveles de gratuidad a la enseñanza obligatoria, después de que su compañero, el "neocon" Ramón Luis Valcárcel, lanzara el globo sonda del copago sanitario. Entre tanto en muchas autonomías ha dejado de llegar el dinero a los dependientes. El día 20 de dentro de dos meses, cuando el pueblo soberano vuelva a tomar las urnas seguramente empezaremos a saber si son más profetas que agoreros. Pero no queda otra que apretar los dientes y los puños, cargarse de energía positiva y seguir caminando. Aunque no tengamos hojas de ruta, ni mapas fiables ni sendas abiertas. Como decía el bueno de don Antonio Machado, "...caminante no hay camino, se hace camino al andar..." Aunque sea de 20 en 20.
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