Terminó una legislatura endemoniada

Algunos esperaban que el cara a cara de Zapatero y Rajoy, en la sesión de control del Gobierno de este miércoles, final de la temporada y de la legislatura, resultaría de guante blanco, y un diálogo amable y de despedidas cordiales y buenos deseos para el futuro. Ni mucho menos. Cada uno de los dos oradores y adversarios políticos respondió a lo que cabía esperar de ellos, teniendo en cuenta lo sucedido hasta la fecha, y lo que pudo comprobarse a lo largo de los últimos años, en las sesiones de cada miércoles: acidez, hostilidad, imposible entendimiento, intercambio de críticas y reproches recíprocos... Por más que un diario, La Razón,  sí hable este jueves de "despedida de cortesía a Zapatero en el Congreso", aunque en otras páginas, el mismo diario describe la última sesión de control como "llena de reproches"- Otro diario no duda en describir el "adiós amargo en el Congreso", y destaca que el presidente admite que no se marcha satisfecho debido al paro . O bien, que Rajoy "dedicó al presidente una fría despedida", echándole en cara  que deje una herencia envenenada al nuevo Gobierno y al país. Ninguno de los dos quiso cambiar la imagen construida durante muchas semanas, y a lo largo de los casi cuatro años de la complicada legislatura que concluye. Rajoy despidió a Zapatero recordándole que deja una herencia enrevesada, y, a su vez, Zapatero dijo que los españoles quieren líderes que ofrezcan algo y no sólo ataquen..., en clara referencia a la actitud mantenida por el partido opositor y su líder.  El presidente afirmó que ha librado un durísimo combate por la cohesión social. ¿Eso resume cuatro años de una legislatura endemoniada, ácida, desagradable desde casi todos los puntos de vista? Sintetiza bastante lo sucedido durante todo este agónico y desapacible tiempo, en el que el presidente del Gobierno ha tratado de remontar una situación complicadísima, derivada de la crisis económica internacional, sin haber contado, en términos generales, con el principal partido de la Oposición, como pudo haberse previsto y deseado. Por el contrario, desde el primer momento de esto hace casi cuatro años, el PP calculó que el deterioro y desgaste del presidente y de su partido llevaría a Rajoy, de manera inevitable, al palacete de la Moncloa y a la cabecera del banco azul del Congreso, sin mayor esfuerzo ni compromiso. Y eso es, exactamente, lo que ha sucedido, salvo, acaso, algunas cesiones que el PP ha hecho en los últimos meses, cuando ya se ha empezado a dar todo por ganado o por perdido...

Las intervenciones de Zapatero y Rajoy han permitido, por lo demás, contemplar a Rajoy ya prácticamente elevado a la consideración de líder indiscutible de la nación, y responsable de su destino en los próximos años. Rajoy, como también Zapatero, expresaron la confianza que les merece el futuro de España y la capacidad de esfuerzo y sacrificio de los españoles. Y ya empezó a desgranarse el rosario de críticas que, con toda seguridad, Rajoy hará de su probable antecesor, empezando por unos presupuestos, los de 2012, que verosímilmente ya deberá elaborar y aprobar el PP con la mayoría que obtenga en las elecciones de dentro de dos meses, el 20 de noviembre.

Dentro de la tramitación burocrática que aún le corresponde, el presidente Rodríguez Zapatero trasladará este mismo jueves al palacio de la Zarzuela el decreto de disolución de las Cámaras parlamentarias. El Rey firmará ese decreto de disolución de las Cámaras que verá la luz en el Boletín Oficial del Estado del martes, y al que dará su visto bueno el Consejo de ministros convocado ya para el lunes. Tras esa última reunión del Gabinete, Zapatero comparecerá ante los medios informativos para dar cuenta de la convocatoria de elecciones. .Y se supone que habrá pasado a la historia la legislatura más áspera de cuantas se recuerdan en la actual etapa democrática. Pero ya se sabe el dicho de que "todo puede empeorar"...