Propaganda para ETA

No hay que darle más coba a la banda terrorista ETA. Para pedirle que ponga fin definitivamente a la violencia no hacía falta montar un acto propagandístico que sólo sirve a los intereses electorales de Amaiur. Los batasunos, que siguen sin condenar los asesinatos terroristas, han conseguido, con la complacencia de partidos tan democráticos y tan castigados por el terrorismo etarra como el Partido Socialista de Euzkadi y el Partido Nacionalista Vasco, que se haya internacionalizado el problema de la violencia como un conflicto y se haya colocado en la misma balanza a ETA y a los gobiernos de España y Francia a los que se les pide que negocien. Y, además, compensaciones a "todas" las víctimas. Se han cumplido los presagios de un encuentro en San Sebastián preparado por Batasuna para fortalecer sus aspiraciones políticas y ganar puntos frente a los asesinos a los que se pretende satisfacer para que anuncien que han decidido poner fin a la lacra de la violencia.

Pero la banda terrorista se encuentra en sus peores momentos y no se le debe dar ni un milímetro de margen que pueda ser interpretado como una concesión. No se puede cerrar en falso la página más negra de la reciente democracia española porque exista una sensación de urgencia de acabar como sea y en período electoral. No podemos engañarnos a nosotros mismos con unos planteamientos que contemplan logros para quienes han asesinado a casi 900 personas y ahora disponen de unos portavoces internacionales que instan a los gobiernos a negociar las consecuencias del conflicto. No hay nada que negociar, aquí lo que debe quedar claro es la derrota de los criminales que deben disolverse sin más, pedir perdón a las víctimas y reconocer el daño que han causado.

No debe haber más horizonte para quienes han hecho del tiro en la nuca y el coche-bomba su forma de actuar sin importarles la vida de todos los inocentes que han asesinado. No debe haber condiciones en el final de ETA porque vulneraría el estado de derecho, la integridad y la dignidad de todos los españoles que hemos sufrido la lacra terrorista y porque representaría una invitación a otros grupos tentados a utilizar la violencia para conseguir sus objetivos políticos. Una vez desaparecida ETA, no antes, se podrá valorar si existen las condiciones para que sus simpatizantes puedan participar en la vida política y qué flexibilidad pueda haber con los presos para alcanzar una plena normalización.