No es una crisis, es un drama
martes 01 de noviembre de 2011, 13:09h
No es una
crisis, es un drama. Es distinta de las otras, más que una crisis Y
más que un drama para millones de personas, una tragedia.
Pero la
seguimos llamando crisis, porque no hemos adaptado el nombre a la
realidad. No es un típico movimiento cíclico de la economía, de
desajuste de oferta y demanda o de fallida de un sector o de varios.
Es un cambio profundo, un corrimiento de tierras en el mapa
político-económico global.
Se ha
desplazado el centro de gravedad económico y político. Y la riqueza
y la pobreza se están intercambiando de lugar. Y a los países de
occidente, los hasta ahora ricos y poderosos, por ahora les toca el
papel de perdedores. Esto no estaba previsto, a corto plazo.
Unos, como
Francia, intentan aplicar las medidas tradicionales a los cambios de
ciclo: progreso y depresión. Austeridad y estímulo de la demanda
para animar el mercado y la producción. Pero producción y mercado
están lejos: en China, India, Brasil...Allí está la oferta masiva
y barata, y también el poder de compra.
Otros, como
Alemania, iniciaron antes la austeridad y mejoraron la producción
con talento innovador y la oferta con más productividad. Se están
resistiendo a los efectos de los desplazamientos de los centros de
gravedad. Por esto mandan y lideran, aún, en nuestras latitudes.
Pero las
previsiones siguen siendo malas. La economía española, dicen los
expertos, está estancada. Y la Organización Internacional de
Trabajo nos advierte que, pese la las cinco millones de parados, la
desocupación en España aún no ha tocado fondo. La crisis es mucho
más que una crisis, y en cada unos de estos cinco millones de
parados hay una tragedia.
Reconocer
esta realidad comporta aplicar soluciones distintas a las de siempre.
A una situación radicalmente diferente, medidas radicalmente
diferentes. Ya no podremos vivir como ricos, y trabajaremos como
pobres. Solo la capacidad de adaptación y la inteligencia innovadora
nos salvarán
en un mundo
cambiante a toda velocidad.
A una crisis
-económica y social- distinta, soluciones nuevas para un mundo
globalizado. Producir cosa nuevas y distintas, de forma diferente y a
precios competitivos. Y evitar, con una equilibrada justicia
distributiva, que haya sectores sociales que se hundan en la miseria.