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¿Puede el debate cambiar el veredicto de las encuestas?

¿Puede el debate cambiar el veredicto de las encuestas?

domingo 06 de noviembre de 2011, 12:45h
Exagerando un poco -pero solamente un poco--, podríamos decir que este lunes empieza y acaba la campaña electoral más insulsa y menos emocionante que los viejos del lugar recuerdan. Así que este lunes, una veintena de televisiones transmitirán a --¿ocho?¿diez?¿doce?-millones de espectadores el 'debate del año' entre el candidato socialista a La Moncloa, Alfredo Pérez Rubalcaba, que sale como perdedor, frente al candidato 'popular' a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, a quien las encuestas dan unánimemente como vencedor sin apelación en las elecciones de dentro de trece días. Va a ser el acto más emocionante de la campaña -tampoco es mucho decir-y la única pregunta que se me ocurre ante el acontecimiento televisivo es:¿servirá para variar algo o mucho el veredicto machacón de los sondeos?
 
Mi respuesta es que previsiblemente no. Si ni siquiera la virtual rendición -así lo considero yo-de ETA, un paso al que tanto aportó quien fuera ministro del Interior, ha servido para alimentar las expectativas de voto de un PSOE desnortado, desmoralizado, dudo mucho de que el intercambio de golpes verbales frente a las cámaras vaya a suponer un giro radical, o ni siquiera significativo, en lo que vaya a ocurrir el 20-n.
 
A menos, claro está, que el aspirante a suceder a Zapatero al frente del socialismo español y al frente del Ejecutivo de España saque algún elemento verdaderamente sorprendente, que le mantenga en los titulares de la polémica durante varios días. Porque lo previsible es que Rajoy siga con más de lo mismo que tan buenos réditos le ha dado: un perfil rectilíneo, más bien plano, una actitud prudente y poco arriesgada en cuanto a las ofertas y también en cuanto a las críticas.
 
 Pero yo, la verdad, hace tiempo que perdí la esperanza de que de la roma y errada campaña que le han impuesto a Rubalcaba pueda salir gran cosa: el candidato socialista es un valor político, pero no es un líder carismático, a pesar de que resulte mejor valorado que Rajoy en las encuestas. Los españoles piden, y creo que tienen razón al hacerlo, cambio, y Rubalcaba mal puede decir que lo encarna, máxime cuando se ampara en la figura de iconos del pasado para arrancar el aplauso, y el voto, de la tercera edad, mientras los jóvenes lo abandonan.
 
Si Rubalcaba fuera capaz de sacudirse de encima a los asesores mediocres, lanzase una oferta de gran pacto político a Rajoy, pidiese la realización de un segundo debate -intolerable solo uno, intolerable el coste de este único 'show' televisivo, intolerable la falta de participación ciudadana en el mismo--, pregonase cambios radicales para la política española -desde la reforma constitucional hasta el viraje autonómico-- e hiciese una mínima autocrítica  del pasado, puede que el 'debatazo' le sirviese de algo. Sobre todo, si dijese algo de los peligros de que un solo partido tenga mayoría absoluta en el Congreso, en el Senado, en las autonomías, en las diputaciones, en los ayuntamientos...
 
Pero ya digo: me extraña ver a un hombre de su talla política encaminarse tan decididamente hacia un fracaso anunciado, y el simple reconocimiento, como está haciendo, de sus escasa probabilidades de victoria le enaltece; siempre pensé que Rubalcaba recogía el testigo de Zapatero como una forma de salvar los muebles, porque era, y es, el mejor candidato que los socialistas podían presentar aquí y ahora. Pero el péndulo que pide cambio es imparable, arrollador, aunque nadie parezca demasiado convencido ni ilusionado ante lo que viene (de Rajoy, que hoy no cabe aquí por razones de espacio, me ocuparé mañana). Y lo que viene supondrá, quizá, el adiós a la política, en la misma noche del 20-n, de una persona tan capacitada para el ejercicio de esta disciplina como Alfredo Pérez Rubalcaba, que este lunes se enfrenta al que quizá sea su último debate 'cara a cara' ante las pantallas a las que usted, querido lector, y yo, nos asomaremos esta noche.
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