En el corazón de La Rioja
jueves 24 de noviembre de 2011, 08:03h
Hoy les hablamos desde La Rioja, desde el
Parador Nacional de Turismo Bernardo de la Fresneda, en Santo Domingo de la
Calzada, hasta donde ha llegado el equipo andariego de "Protagonistas" para
cumplir varios cometidos: para convertirse
en peregrino jacobeo, haciendo camino al andar por estas tierras milenarias;
para rendir homenaje a nuestra herramienta, que es el idioma español, aquí
donde tiene su cuna; para recorrer las calles de Santo Domingo de la Calzada y
entrar en la catedral construida en el año 1158 y a cuyo campanario las
entrañables gentes de este lugar mágico llaman "la mejor moza de La Rioja"...;
para contemplar, en el interior del templo, al gallo y la gallina que recuerdan
uno de los milagros más populares de la Edad Media, al que se refiere el dicho
"en Santo Domingo de la Calzada, cantó la gallina después de asada"; y, en fin, para sentir y convivir con la mejor España, en esta comunidad autónoma de
La Rioja en que se hace frente a la crisis con el trabajo infatigable, con la
imaginación, con el respeto a las tradiciones, con la apertura a Europa, con la
investigación agroalimentaria más vanguardista, con la elaboración de unos
vinos de gran prestigio en todos los mercados del mundo y, además, con la
exquisita atención al turismo con establecimientos tan acogedores y tan
formidables como este Parador Nacional Bernardo de la Fresneda, donde hoy la
tropa de "Protagonistas" hace parada y fonda.
Esta fecunda tierra riojana, corazón de la
España más próspera, es un buen lugar para la reflexión y para el sosiego en
estos tiempos de tribulaciones. Con la modestia y la grandeza de una comunidad
autónoma uniprovincial e íntima, en
medio del fragor del oleaje europeo, aquí el
viajero, el caminante, el peregrino, jamás se siente extranjero. Tiene,
por el contrario, y aún los que llegan aquí por primera vez, la impresión de que se reencuentra con
sus raíces. Bendita tierra en la que dio sus primeros pasos, sus primeros
balbuceos, el idioma castellano, la dulce lengua que compartimos cientos de
millones de ciudadanos en todo el mundo, y con la que se puede solicitar un
vaso de bon vino, con palabras de Gonzalo de Berceo, en Santiago de
Chile, en Bogotá, en Manila o en Nueva York. Idioma que se hace senda divina
hacia lo más alto en san Juan de la Cruz, o río navegable para la cuerda locura
en Miguel de Cervantes, o camino polvoriento y luminoso en Antonio Machado, o sorprendente
laboratorio de la magia y del desconcierto en Gabriel García Márquez o en Mario
Vargas Llosa.
También hemos venido a Santo Domingo de la
Calzada a cargar las pilas del ánimo, a reponer el viento de las velas de
nuestro barco, a escuchar el silencio, a seguir el ejemplo madrugador del
labriego, la pasión del enólogo en las bodegas donde se produce el
milagro del vino, a intuir las voces de los artesanos y los magos y los
malabaristas y los trovadores que muy pronto, en la Feria de la Concepción,
convertirán el casco histórico de Santo Domingo de la Calzada en un mercado
medieval.
Aquí estamos, amigos, con polvo del camino
en las sandalias, con la seria alegría de La Rioja en el corazón.