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El caso Urdangarín

El caso Urdangarín

jueves 01 de diciembre de 2011, 08:15h
    Lo que los ciudadanos exigen, ante el llamado "caso Urdangarín", esa trama de negocios y subvenciones relacionados con el duque de Palma y cuyos episodios van apareciendo en tropel en los últimos días, es que no haya privilegios y que la Justicia pueda llegar, con manos libres, hasta el último documento, hasta el último contrato, hasta el último euro.

     Y aún dándose la circunstancia de que Iñaki Urdangarín es el marido de una de las hijas del Rey Don Juan Carlos, la infanta Cristina, que también aparece en alguno de los documentos, no estamos en una pelea entre republicanos y monárquicos, ni ante un ataque contra la Corona, ni  poniendo en cuestión la Monarquía de todos que encarna ejemplarmente Don Juan Carlos. De lo que se habla es de los presuntos abusos que haya podido cometer Iñaki Urdangarín utilizando su condición familiar y su cercanía con la Jefatura del Estado para hacer negocios. Nada más y nada menos que eso: "hacer negocios" amparándose o manejando o abriéndose puertas o comprando voluntades por ser duque de Palma, título que ostenta como consorte de la infanta Cristina. Y ahí donde la sociedad da la batalla, en una España de cinco millones de parados, de ocho millones de pobres, de tantas y tantas personas sin vivienda o haciendo cola en los comedores de "Cáritas". Y en estas circunstancias de crisis dramática se detecta, como causa directa, además de la llamada "crisis global", la llamada España del pelotazo. Y resulta duro, difícil, imposible de entender... que unas comunidades autónomas que tienen las arcas vacías para socorrer a los desvalidos, para los salarios sociales, para las becas, para los libros de texto gratuitos... sean, sin embargo, generosas y pródigas cuando la empresa que llama a su puerta es la de una persona poderosa, que utiliza en su presentación su condición de persona cercana a la Familia Real.

    Y en esas circunstancias  (también en otras, pero especialmente cuando hay muchos que duermen bajo un puente porque unos pocos se hayan comprado un palacio), la sociedad salta a la yugular de los acontecimientos, y se instala de guardia ante los juzgados para conocer hasta el último detalle de la culpa. No prejuzgamos a nadie, y mucho menos a quien, a día de hoy, como es el caso de Iñaki Urdangarín, ni siquiera ha sido llamado por tribunal alguno... Pero el río suena, el pueblo no está sordo, y lo único que desea, lo que exige con legítima soberanía, es que se sepa toda la verdad, caiga quien caiga.
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