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De exquisitos y gafes

De exquisitos y gafes

domingo 04 de diciembre de 2011, 06:51h
Todos sabemos, y si ustedes no lo sabían yo se lo cuento, que el presidente de la Junta de Andalucía y secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán, es un exquisito en el estricto sentido de la palabra, un auténtico gourmet de la más fina cultura. Siempre se ha creído más inteligente que sus compañeros de partido y de gobierno a los que ha minusvalorado y mirado por encima del hombro como mira el empollón al resto de la clase que no está a su altura intelectual. A tenor con esa exquisitez, sus gustos no han ido parejos con los de sus colegas y amigos de partido. Mientras a Borbolla le entusiasmaban las películas del oeste y la canción española sobre todo la interpretada por Rocío Jurado y a Chaves las novelas históricas y los Beatles, a Pepe Griñán lo que le vuelve loco es la música clásica en todas sus diversas facetas (sinfonía, ópera, conciertos) y los ensayos más enjundiosos sobre todo de asuntos económicos. Vamos, todo un peñazo. Con estos mimbres no es de extrañar que Griñán prefiriera irse a Almería a poner paz en el totum revolutum de su partido que se deshace como un azucarillo en el café, que acudir con Su Majestad el Rey Don Juan Carlos a la final de la Copa Davis en el Estadio de la Cartuja de Sevilla.

-"¿Siete horas de tenis? -se diría para sí el presidente andaluz- menudo coñazo, si fuese la trilogía del Anillo de los Nibelungos de Wagner, todavía, pero a un argentino y a un español dándole raquetazos a una pelotita y con Juan Ignacio Zoido de anfitrión, anda y que los aguante su abuela". Y dicho y hecho, plantó al Rey, al alcalde Zoido, a Alfonso Guerra, a Curro Romero y Carmen Tello y hasta a la duquesa de Alba y su marido y mandó de enviada especial a la Cartuja a la consejera de Presidencia, Mar Moreno, para que rellenara el hueco vacío en la tribuna de honor. Griñán no fue y España ganó sus dos primeros puntos con un Nadal arrollador y con un Ferrer épico. Pero no todo iba a salir bien. Alguno de sus asesores, a los que, la verdad, suele hacerles poco caso, le diría: "Pepe, yo creo que como presidente de la Junta deberías estar en la final de la Davis, no sólo por el cargo sino por las cámaras de televisión que te van a sacar repetidamente en todo el mundo y porque los sevillanos podrían cabrearse por el desplante y para una provincia que nos sigue votando y apoyando a los socialistas, más nos vale a todos que no le hagamos el feo, que las elecciones andaluzas están a la vuelta de la esquina".

Así que nada, Pepe Griñán acudió el sábado a la Cartuja creyendo que iba a salir en todas las fotos en la entrega de la Copa Davis al equipo español. Error, craso error. A la pareja de dobles española, formada por Feliciano López y Verdasco, no les salió nada, jugaron de pena y se la merendaron en un abrir y cerrar de ojos los argentinos Nabaldian y Schwank y la ansiada foto de la entrega del trofeo se quedó en el decepcionado aire sevillano. Si en lugar de Griñán, el presidente andaluz se hubiese apellidado Yáñez (toque madera), muchos sospecharían, y con razón, que un gafe se había colado en un lugar preferente del estadio. Por si acaso yo le pediría al presidente Griñán que no acudiese hoy domingo a la Cartuja y que, como suele hacer muchos fines de semana, se fuese con su amigo Chaves al cine no vayamos a que Rafa Nadal sufra un esguince o una sobrecarga muscular y acabemos perdiendo un torneo que dábamos como ganado.

A mí como andaluz me la trae al fresco que Griñán vaya o no a la final de la Copa Davis, como si se apera. Pero sé de muchos sevillanos que han tomado nota y van a pasarle factura en el voto de marzo, unos idus que pueden ser tan trágicos para Pepe como lo fueron para Julio César. Al tiempo 
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