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El año que vivimos bastante peligrosamente

El año que vivimos bastante peligrosamente

domingo 01 de enero de 2012, 16:56h
Todo año que comienza trae consigo esperanzas, ilusiones y también aprensiones y temores, no necesariamente por este orden.. Este 2012 nos llega tan cargado de malos augurios que sin duda las inquietudes preceden a cualquier optimismo, si bien es cierto que las crisis significan también oportunidades. De manera que tengo para mí que las medidas duras anunciadas el viernes por el Gobierno deben ir acompañadas por alguna explicación más allá de las que nos ofrecieron el viernes la vicepresidenta-portavoz y los  dos ministros comparecientes en la sala de prensa de La Moncloa. Porque nadie duda, creo, de la necesidad de estos (y sin duda otros venideros) ajustes; pero sí conozco a mucha gente reticente ante la versión de que medidas que se negaron en campaña, como la subida del IRPF, viniesen dictadas por el súbito descubrimiento de que el déficit iba a ser muy superior al previsto; eso era algo que casi todos sabían y cuesta creer que los únicos que vivían en la ignorancia fuesen los que llegaban de refresco al poder.
He insistido en varias ocasiones -perdón por ponerme acaso algo pesado si a alguien le suena a repetido-en que considero necesaria una comparecencia del propio Mariano Rajoy para detallar ante los medios de comunicación, que son los intermediarios ante la opinión pública, el alcance último, político, social y técnico, de lo que pretende hacer al frente del Ejecutivo en esta nueva era, para mí una especie de segunda transición. No diré que la portavoz y vicepresidenta única esté realizando mal su cometido, porque no sería cierto; pero sí digo que Rajoy, que ha logrado aglutinar un elenco ministerial que en principio genera confianza, lo ha presentado insuficientemente, y debe vencer su parece que natural aversión a enfrentarse a los periodistas.

Hubiera debido ser él, en puridad democrática, quien hubiese ocupado el atril monclovita el pasado viernes para informar a los españoles de las medidas parece que inevitables que nos apretarán el cinturón algo más de lo inicialmente esperado. Y quien nos asegurase que el déficit real no era conocido tras el proclamado 'ejemplar' traspaso de poderes del Gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿De verdad que los salientes, que tantos errores han cometido sin duda, trataban de ocultar que el déficit iba a ser mucho mayor del previsto? ¿Era eso lógico, razonable? Comprendo que Rajoy, que sabe mucho más de política mucho más de lo que se le presume, se haya parapetado tras los ministros de Economía y Trabajo y tras la portavoz para dar a conocer estas impopulares medidas. Pero no creo que pueda adentrarse mucho más en este 2012 sin lo que vulgarmente se llama dar la cara. No basta con actuar, como no basta con vencer: hay que convencer, y no es suficiente, a mi juicio, con que los ministros comparezcan ante las respectivas comisiones parlamentarias para hablar de su actuación presente y futura.

Ya digo que, hasta ahora, Rajoy lo ha hecho, a mi juicio, bastante bien (hablo de la política de nombramientos, con las excepciones, claro está, que usted quiera): le falta el paso definitivo que le convierta de táctico en estratega, de ganador de elecciones en estadista. Y este año 2012, que viene como viene, reclama estadistas de primer orden: no seré yo quien se atreva a decir, porque no lo pienso, que Mariano Rajoy no lo sea o no pueda llegar a serlo. Pero sí digo que tiene que empezar a demostrarlo ya mismo.

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