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Réquiem por un sueño

Réquiem por un sueño

miércoles 25 de enero de 2012, 08:30h
"En 2012, Rajoy y su Gobierno deberían saltar de alegría cada mes que pase sin que les explote la presión social en la cara"
Pese a la información disponible  que desde octubre del pasado año señalaba que lo peor de la crisis económica estaba por llegar, con el  cambio de gobierno se generó una suerte de esperanza, deseo o sueño, que sugería que, tras unos meses de dificultades, llegaría la tan esperada recuperación. Unos apuntaban a mediados del 2012, mientras otros, más cautos, hablaban de una recuperación para el segundo semestre de este año.

Ese mensaje optimista ya había sido emitido por el PP durante la campaña electoral, pero con el cambio de gobierno se extendió por medios políticos y periodísticos. Algunas señales positivas (intervención del Banco Central Europeo, mejora relativa de la valoración de la deuda, etc.) cimentaron esa percepción.
Pues bien, entidades de peso en la economía mundial (desde el FMI hasta de la Unión Europea) y nuestro propio Banco Central, acaban de liquidar ese sueño. Existe coincidencia en cuanto a que el año 2012 será peor que el acaba de pasar. Con toda claridad, se prevé menor crecimiento (ya negativo) y más desempleo. Y no está del todo claro cuándo llegará la recuperación en el 2013 (si es que llega este año).

Este dramático despertar debería provocar al menos dos reflexiones. La primera se refiere a la necesidad de no confundir las tendencias estructurales con la espuma de los días, una especie de enfermedad profesional que sufren con frecuencia los periodistas. Por deformación profesional vengo insistiendo en que los tozudos datos nos muestran que la recesión ya está con nosotros, para quedarse durante un tiempo mucho mayor del que desearíamos (y conste que también tengo hace tiempo el carnet de periodista). El hecho de que los recientes informes negativos de las entidades económicas dejen de ser noticia pasado mañana no significa que la recesión desaparezca.

La segunda reflexión se refiere a algo más sustantivo: si la recesión va a durar todo este año y parte del siguiente, eso quiere decir que el nuevo Gobierno no va a tener el rédito político de una bonanza económica por mucho tiempo; lo que quiere decir que queda a merced durante ese tiempo de los avatares de la presión política de la ciudadanía y de las fuerzas sociales y políticas.

En otras palabras, la ciudadanía no va a mejorar sus condiciones de vida en mucho tiempo más ¿se encrespará la presión social? Ante la percepción de que la recesión golpeará políticamente al gobierno ¿las fuerzas sociales y políticas se lanzarán a su yugular?

Los primeros indicios no reflejan un asalto inmediato. Las encuestas señalan que la ciudadanía entiende mayoritariamente la necesidad de hacer sacrificios. Los dos sindicatos mayoritarios están dando una lección de responsabilidad que debería ser muy bien valorada por el Gobierno. El principal partido de la oposición ha asegurado, al conocer los recientes informes sombríos, que hará una política de oposición responsable.

Pero la pregunta consiste en saber si todo eso es firme y de larga duración. En primer lugar, la posición comprensiva mayoritaria de la ciudadanía, lo es en torno a un 60% y no de un 90%; es decir, se trata de una mayoría relativa no tan abultada. En segundo lugar, las dos principales fuerzas sindicales pueden mantener esa posición de responsabilidad porque hasta el momento no se han producido estallidos sindicales espontáneos. Y en tercer lugar, las promesas de la principal fuerza opositora de hacer una leal oposición, pueden ser laminadas en los hechos por sugerentes vídeos cicateros ingeniosamente producidos desde Ferraz.

En suma, el Gobierno debería ser consciente de que depende mucho más de lo que hubiera podido imaginar no tanto de los suyos como de los otros. España no sólo navega atravesando una enorme tormenta sino que lo hace en medio de una noche con niebla. El puente de mando deberá maniobrar con una sensibilidad exquisita. En el 2012, Rajoy y su Gobierno deberían saltar de alegría cada mes que pase sin que les explote la presión social en la cara. Ha llegado el momento de la verdad para saber si todos, incluido el Gobierno, estamos dispuestos a colocar el bien común por encima de cualquier interés particular por legítimo que pudiera parecer.
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