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Roma locuta, causa finita

Roma locuta, causa finita

miércoles 25 de enero de 2012, 20:26h
Antes de ahondar en el análisis, vaya por delante que no estoy de acuerdo con el veredicto popular. Y antes de que nadie empiece a abroncarme, creo en la justicia y soy un defensor a ultranza del sistema de jurados. Lo que yo piense, pues, queda para mí.

Dicho esto, al asunto. En primer lugar, yo no creo que Camps ni Costa se hayan enriquecido con el Bigotes, don Vito y hasta con el mismísimo Capone si apareciera por estos andurriales. Cosa distinta es que les hayan hecho regalos, que se hayan dejado querer y que hayan, incluso, aprovechado la circunstancia de "conseguidor" del ayer Bigotes y hoy Barbas. De eso creo que son culpables; es algo más moral que delincuencial.

No estaba yo en el coro de los jurados así que no soy capaz de juzgar si ha habido elementos probatorios suficientes o no, pero sí sé que las espectaculares y abochornantes grabaciones no tenían entidad de prueba jurídica así que el jurado no debía tenerlas en cuenta como tales. Y eso es lo que ha hecho y bien hecho está.

Todos los que queríamos ver al presidente Camps condenado nos encontramos ahora con un presidente absuelto. Aleluya, por lo menos la institución se ha salvado y eso, para mí, es más importante que mi pequeño juicio individual. El presidente Camps y su compañero de banquillo Costa no han concedido favores a cambio de réditos personales y así lo ha dictaminado el jurado. No aceptar el veredicto es ser poco demócrata y muy mal perdedor. Yo me alegro que así haya resultado, por más que sé en mi fuero interno que los acusados hoy absueltos le echaron bastante morro, aunque sin, por ello, corromperse. Bien está lo que bien acaba.

Cosa distinta, claro, es la posición y el careto que se les queda a unos cuantos que yo me conozco. Por ejemplo, el honesto Alarte y el honrado Luna. ¿Cómo van a explicar ahora tantos años de oposición huera, inexistente y, sobre todo, infructuosa basada, centrada y cimentada en una corruptela inventada por ellos pro domo sua? ¿Cómo van a explicar ahora a su electorado y a sus militantes el barrizal en el que han convertido el PSPV cuando ni siquiera el sacrificio ha tenido el mérito de la verdad? ¿Qué hacemos, Luna, os lapidamos con tu piedrecita parlamentaria o nos humillamos una vez más ante vuestra dictatorial trágala?

¿Y el presidente Rajoy y su cohorte de pelotilleros que huyeron como de la peste de quien les fue leal? ¿Cómo lavarán ahora la mancha? ¿Con una mancha aún mayor por ser digna de Nepote: una embajadita en la Santa Sede, un carguete en algún organismo internacional? Puede que como ya tienen lo que querían, el poder, se limiten a la inacción ignominiosa y envíen a algún sonriente mandamás sin mando a decir "siempre creímos en su inocencia".

Y ahora, damas y caballeros, cerremos este lamentable asunto y anem per feina: es necesaria una regulación firme, dura, decidida y sin fisuras sobre los regalos, regalitos y regaletes, su tamaño, valor, publicidad y dignidad. Esta patochada de zarzuela demodée no puede volver a repetirse.
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