El PSOE no puede permitirse el lujo de romperse

Veintidós votos de diferencia, 487 frente a 465 -un 51,2% frente al 48,8% de los votos-  no justifican una ruptura. El PSOE no puede permitirse ahora el lujo de romperse, aunque hayan quedado heridas tras un proceso precongresual que, al final, no ha sido tan bronco. Las federaciones se han dividido, los líderes históricos también, pero esas hedidas tienen que cerrarse. Seguro que Rubalcaba intentará, en 'su' nueva ejecutiva, integrar a algunos de los perdedores más significativos. Y seguro que Carme Chacón ofrecerá, al menos de boquilla,  su cooperación al ganador, con quien tantos puntos de contacto ha tenido y tantos de fricción mantiene ahora.
 
El PSOE tiene ahora que aglutinar su tarea de oposición, una vez que ha quedado claro que no existen diferencias programáticas, estratégicas ni tácticas entre los dos sectores en contienda: todo ha sido una lucha por el poder entre dos personas y sus seguidores. Desde ese prisma, ¿por qué diablos iba a romperse el PSOE? Eso sí, a los supervivientes les queda una larga travesía por el desierto, pese al entusiasmo que derrochaban este sábado casi todos los asistentes al congreso.