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El “otro” desfile

El “otro” desfile

sábado 13 de octubre de 2007, 13:40h
El día del Pilar, patrona de la Guardia Civil, muchos agentes no pudieron celebrar su fiesta. Estaban trabajando. Uno cuidando del tráfico o en otros servicios y, otros pocos, participando en el desfile militar en Madrid con motivo de la Fiesta Nacional, termino que cada año se separa de los toros para entraren otra órbita más solemne pero también festiva. Me emocioné, una vez más, al ver el desfile y me impresionaron su organización y su puesta en escena. Hay que reconocer la capacidad organizativa de los ejércitos y también su sentido del espectáculo.

No me importaron mucho los consabidos abucheos – menores este año que los anteriores – al presidente del Gobierno procedente de las tribunas de invitados más que de la gente de la calle, a pesar de los llamamientos, no tan sutiles, del PP, al alboroto La X Bandera de la Legión – en la que estuve destinado de teniente antes del diluvio, calculo –recibió, como siempre lo hace La Legión – la mayoría de los aplausos del público. El rugido de los vehículos blindados y de los aviones parecía estar calculado para levantar los ánimos de los presente. El día acompañó a la fiesta y también se vistió de gala.

Pero por la tarde tuvo lugar el “otro”  desfile al que- todo hay que decirlo – asistí y hasta participé de forma casual. Entrando la noche,  la Plaza de Cibeles y el Paseo del Prado se convirtieron en un hormiguero humano. Y por allí pasaron enormes plataformas sobre no menos enormes camiones, en las que grupos musicales latinoamericanos hacían vibrar a acompañantes de a pié – a los que mes sumaría empujado por el ambiente – y a los miles de espectadores callejeros.

Los miles de decibelios atronaban en. el aire y hacían que “el subidón” fuera mucho más profundo que el que por la mañana transmitieron los carros de combate, vehículos blindados y aviones que sonaron en la Castellana De diez  doce hubo una perfecta organización para emocionar. Por la tarde se impuso un sentido lúdico de la vida que emocionó a todos y los hizo, no sólo aplaudir y gritar, sino bailar y participar.

Las tres plataformas lanzaban mensajes de identidad compartida. Personas rubias, morenas, cobrizas,… vestidas, sin la más mínima uniformidad por supuesto, se mezclaban y bailaban en una especie de torbellino sin organizar pero en el que cabíamos todos. Numerosas telas y plásticos con los colores de Brasil, Chile, Colombia, Ecuador… se mezclaban y se agitaban. Eran símbolos, pero no excluyentes que nadie se quería apropiar. En ese “otro” desfile también se podía pensar en España, en la España que se va construyendo entre nativos e inmigrantes, en la España multicultural y enriquecida por los foráneos que me gustaría que viviesen mis nietos con la naturalidad que la viví yo este recién pasado día del Pilar, día de la Hipanidad que en nada recuerda a otras  imperiales celebraciones del pasado cuando también se usaba ese término.
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